Es periodista, guionista y escritor. Dicta un original taller para celosos y celosas en el Hospital Tornú. Y para ellos sacó un libro “Los celos en los vínculos cotidianos”, editado por Nuevo Extremo. Nuestro Barrio conversó con el especialista sobre esta problemática de la que nadie escapa.
¿Existe realmente una enfermedad de los celos?
Los celos no son una enfermedad, los celos son un afecto. Es uno de los primeros afectos del ser humano, desde que nacemos sentimos voracidad hacia la teta, envidia hacia esa misma teta que tiene algo que nosotros no tenemos. Los celos llegan cuando una persona comienza a avanzar en su crecimiento y se da cuenta de eso. Al principio el ser humano cree que tiene una función con algo y tampoco sabe qué es. Obviamente, no tiene conciencia de sí. No existe la personalidad. O sea: no hay un yo, no hay un aparato psíquico, digamos. Después en la medida que va evolucionando físicamente, comienza a tener conciencia de que hay un yo y un “no yo” (en este caso la madre), aparecen los celos, porque el otro “no yo” es inmanejable. No lo puede controlar. Es una enfermedad cuando se vuelve excesivo, cuando se vuelve tóxico, cuando se vuelven exigentes. Ahí se convierte en síntoma.
¿Cuál es la diferencia entre envidia y celos?
La envidia es querer lo que el otro tiene, pensando que el otro lo tiene inmerecidamente: yo no quiero al objeto, yo quiero lo que el otro tiene. Y con dos ya es suficiente. En los celos necesitamos tres factores: al objeto que quiero poseer (al otro) y tengo miedo que un tercero venga y me lo saque. Es una desconfianza básica en los vínculos, pero sobre todo en sí mismo.
¿Cómo influye la confianza con los celos en la pareja?
El tema de la confianza es un tema interesante. Noto que muchas veces, las personas que sufren celos, tienen varias asignaturas pendientes en su vida, o sea, los celos no son solamente relacionados con la reproducción de modelos de pareja vividos de los padres. Por ejemplo: esa desconfianza reiterativa del hombre porque su padre abandonó a su madre, o una redención de la conflictiva edípica. También hay en esas personas asignaturas pendientes que no lograron que ellos pudieran realizarse como personas completas, esto puede ser frustraciones vocacionales o de empleo, cuestiones que hacen que ellos no se encuentren a sí mismos. No reciben otros suministros narcicísticos, o dicho desde otra corriente, caricias que podrían recibir en un trabajo o en una profesión, o en un éxito deportivo. Donde la persona sabe que tiene un nombre y un apellido, se siente alguien más allá de los afectos. Entonces tiene una dependencia emocional muy grande, porque pone en esa persona o lo convierte en el garante de su amor propio. Esa persona está perdida, porque su amor propio pende de otro ser, y ese ser es igual a él: o sea, tiene las mismas necesidades, los mismos miedos y las mismas ganas de triunfar. También otra cosa que ocurre en las relaciones, es la transformación del amado y el amante. O sea, que uno se queda en el rol de amado y el otro en el rol de amante. Esto se da mucho en lo que llamamos la relación imposible del neurótico obsesivo con la histérica. Pero a veces se da al revés en los sexos.
¿Y los celos en exceso cuando se originan?
Creo que los celos excesivos cuando uno es chico, se presentan en primer lugar con los hermanos, donde en general gran responsabilidad es de los padres y sus roles, me refiero a que los padres deben ser equitativos con los hijos evitando las preferencias, que a ambos los premien y los castiguen con igualdad. Normalmente eso no ocurre, uno lo ve en cualquier lado de gente desconocida. Hay un padre dándole besos excesivos a un hijo y el hermanito mira la escena y termina dándole un pellizco al hermano besado y para colmo los padres lo retan. Cuando somos grandes, las relaciones de pareja, en el caso del celado, este a penas conoce a una persona supuestamente celosa, tarde o temprano o de una forma muy temprana, va a tener señales, objeciones o intento de control, o incluso situaciones de peleas por algo que le contó de su pasado.
¿Cómo se da cuenta el celoso de que se está volviendo un tipo enfermizo?
El celoso si mantiene sus celos a lo largo de sus vínculos, los va perdiendo. Porque se repite todo el tiempo. Nosotros cuando vemos una situación de violencia verbal o física, nos quedamos con la agresión, y eso es lo que sale en Crónica TV, pero la estación o el estadio, es la angustia. Lo que siente esa persona es una angustia terrible, nosotros si pudiéramos bajar el nivel de angustia de esa persona por el miedo a la pérdida o al ataque del celoso, no se llegaría a la otra situación, esto no quiere decir que no sentiría celos, porque los celos lo siente cualquiera, porque sino seríamos un Potus, o no le interesaría la persona, pero lo que no sentiría serían celos exagerados o miedo a la pérdida del otro. Definitivamente la pérdida la hemos sentido desde que nacimos, y hemos sobrevivido a ella. De entrada los celos pueden resultar halagadores para el celado, como tomar un berrinche por interés. Pero cuando eso se vuelve posesivo con aires de obsesión y control, se puede transformar en algo trágico. Cuando una relación debería ser de comedia, se transforma en tragedia. Se torna grave cuando el hombre, por ejemplo, controla que la mujer no tenga amigos varones, que no trabaje, que se quede en la casa. Y en el caso de la mujer, si el marido llega cinco minutos más tarde de su trabajo, le hacen un desastre. Porque significa que viene de un hotel con otra y no de un piquete en microcentro que lo atrasó.
EL TALLER
¿Viste cuando decimos “qué le vio”? El amor es ciego, pero el matrimonio te devuelve la vista. Cuando se dice que el amor es ciego, significa que la persona no ve con los ojos, sino con sus propios fantasmas. O sea, con la realidad psíquica que te condiciona y te impulsa. Esto es mirar al otro como el objeto que te va a completar, o no. Ves la media naranja y eso es imaginario. Es imposible completar a alguien, porque lo perdido después del nacimiento, está perdido. Los seres cuando buscan esa sensación exagerada de sentirse completos, están perdidos y pueden caer en las drogas, en el alcohol por solo querer buscar esa sensación nirvanesca. Es algo así como lo que decía Gustavo Cerati, “despiértame cuando pasé el temblor”. Y el temblor no va a pasar, porque la vida es un temblor. Si el otro te eligió y te eligió de veras y es una persona madura interiormente que te elige porque tiene una falta y vos la completás, es como que ahí se cierra el círculo. Conozco mujeres que salen con chicos de 20 años y estos están en la etapa de ser adolescentes y al revés también. Eso es un problema de vínculo, están buscando completarse con la persona incorrecta que ni siquiera sabe lo que quiere de su vida.
¿Cómo arrancó el taller?
En realidad cuando estudiaba psicología social, tenía que hacer un trabajo de grado. Y lo que a mí me interesaba de los temas dando vuelta, era el de los celos. Esto fue más o menos al principio del año 2000. Presenté varias ideas y mi tutor de tesina eligió el de los celos. La perspectiva en ese trabajo era grupal, o sea, en el tratamiento grupal de la temática, en eso se basó la tesis. Tiempo después, en el 2005, se me ocurrió armar el taller. Comencé a darle promoción y empecé a hacerlo en una escuela de psicología social, luego en una escuela de Couseling. Y al final, terminé haciéndolo en el hospital (Tornú) porque es gratuito y me parecía que el dinero iba a ser un obstáculo para la continuidad de la gente.
¿Cuánto tiempo dura el taller?
El taller dura una hora y media por la noche, un solo día por semana. De igual manera prefiero que los interesados me escriban un mail concertando entrevista. Si bien el taller es gratuito, nos reservamos el derecho de admisión, esto es para cuidar el grupo y la calidad de las charlas. Sobre todo por cuestiones de seguridad. Y para que la gente se sienta protegida.
¿Ha vivido situaciones de celados en su propio taller?
En realidad eso no lo cuentan, pero vienen mujeres al taller sin el marido por temor a que otras mujeres traten de conquistarlo. Creo que esto es un síntoma, no un problema. El problema estaría en que la pareja se comience a pelear en el taller frente a todos. Lamentablemente no vienen al taller personas que no tengan celos de pareja, o sea, los que celan familiares o amigos, no vienen. Pero existen un montón. Y sería interesante que los traigan al taller para trabajarlo. Sólo quieren trabajar una variante, y en definitiva son celos que tienen componentes sexuales.
¿Qué tiene que hacer una persona sumamente celosa?
Las personas que tienen celos patológicos, tienen que hacer una terapia. El taller ha ayudado a mucha gente, pero cada uno tiene celos por distintas razones. Lo que más me interesa tratar son los celos imaginarios o alucinatorios de la persona, me cuentan las mujeres que tienen maridos que son “santos” y ellas celan igual. Saben que no les está siendo infiel, pero ellas desconfían igual. Y no hay que confundir los celos imaginarios con los agresivos que son causados por el otro. Por ejemplo, el abandono.
Luis Buero: Es guionista, periodista, psicólogo social y consultor psicológico. Es docente en la Universidad de Morón, en ISER y la ISEC. Ha escrito en los diarios La Nación, Clarín, La Voz del Interior (Córdoba), La Prensa, Tiempo Argentino, La Razón, Página 12, entre otros. Es coordinador desde el 2005 del taller “Cuando los celos te carcomen, hospital Tornu”.
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