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19 de junio 2013
UN VECINO DE VILLA MITRE RECUERDA LOS HECHOS
A 6 décadas del bombardeo de la Plaza de Mayo
Escribe: Raúl Moreno
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El Servicio Militar Obligatorio popularmente llamado Colimba se realizaba desde los primeros años del siglo XX. Todos los jóvenes del país eran sorteados y salvo un puñado que se “salvaba por número bajo o por ser único hijo de madre viuda”, debían presentarse inexorablemente el día que eran citados por telegrama.  Para los jóvenes que estaban buscando trabajo alrededor de los 18 años representaba una dificultad. Ya que el empleador estaba obligado a “guardarles” el trabajo hasta el día que el Gobierno les diera la “baja”; no los tomaban hasta que hubieran cumplido con el Servicio Militar. El lugar a realizar la conscripción podía ser muy lejano a su domicilio, y los muy pocos pesos que recibían del Estado durante el mismo no alcanzaba ni siquiera para completar la mínima y horrorosa comida del cuartel.

El Regimiento Motorizado Buenos Aires fue creado por el General Perón, funcionaba en una antigua propiedad de Don Juan Manuel de Rosas, en Pichincha y Garay y fue disuelto en diciembre de 1955. Cuenta Raúl Moreno, nacido en Pigüé y radicado en Villa Gral. Mitre desde hace 40 años, por entonces joven conscripto, que el 16 de junio de 1955 estaban haciendo la cola para el almuerzo cuando las campanas empezaron a doblar frenéticamente, recibieron la orden de ponerse el uniforme de combate y subir a los camiones que arrancaron sin que nadie supiera hacia dónde o para qué. Llegaron a la Aduana por Alem y ya caían las primeras bombas, dice Raúl: -“Bajamos  y nos arrastrábamos entre árbol y árbol. ¡Nos salvaron los palos borrachos de la plazoleta! Nos parábamos detrás de ellos y volvíamos y otra vez nos arrastrábamos. Silbaban los tiros, que también llegaban desde el Ministerio de Asuntos Técnicos que funcionaba en el edificio de 25 de Mayo y Rivadavia  donde hoy está la SIDE”; a Raúl Moreno le asignaron la puerta principal de la Casa Rosada, luego un oficial le dio la orden de ir a la boca del subte A,  de Hipólito Irigoyen y Balcarce, corrió  hacia allí y en ese momento cayó en la persiana de una ventana del primer piso de la Casa Rosada una bomba que no explotó y empezó a rodar. Raúl Moreno corriendo saltó la bomba, gracias a eso llegó a la entrada del subte ileso, allí se reunió con otros compañeros, mojados, helados y sin comer permanecieron en el lugar, finalmente escucharon un tiro y les llegó la noticia que se había suicidado el Contraalmirante Benjamín Gargiulo.

El Sargento Ayudante (R) Rábanos, sólo 6 años mayor que los conscriptos a su cargo: “Sólo cumplimos con nuestro deber al defender al Gobierno Constitucional”.
Los ex conscriptos dicen: -“Perdimos a los compañeros Miguez y Shanagan, que ofrendaron sus vidas sin otro reconocimiento que una placa recordatoria, colocada en la base del mástil que estaba en el playón. Sólo duró tres meses, porque en el mes de septiembre la arrancaron, para no dejar testimonio de lo que pasó en junio, sin saber, que nunca podrán arrancar lo grabado en nuestras memorias.

Muchas fueron las secuelas que sufrieron los conscriptos. Hoy cincuenta y ocho años después se siguen reuniendo y opinan: “Nuestros recuerdos deberían servir para que jamás vuelva a derramarse sangre argentina en manos de otros argentinos. Sino, no tiene sentido”.