Diciembre por la ventana. Papá Noel y la fragilidad del que ama. El reflejo del Tilo sobre mi página en blanco, sombra del que soy cuando escribo para seguir siendo. Otra emoción en la fila de espera. Aires de Navidad que se filtran, que se espesan, que se liberan. Ojos con ganas de algún día recibirse de mirada. Una paloma usurpando el balcón, almas caminando de la mano, alguien solo que se lo ve bien acompañado. Sentires de un loco en un lío indescriptible. La vida y sus revanchas. Lo que no decimos aturde hasta nuestras entrañas. Desenmascarar a las formas, ser feliz con lo que falta y con lo que sobra, desaprender aquellas lecciones de memoria. Poner en marcha el corazón, darles a tus sueños un nuevo empujón, ponerte de acuerdo con tus deseos. Levantar la copa, agradecer y abrazar tanto amor, jamás negar al dolor, ser fuerte es saberse vulnerable, y ser valiente no tiene nada que ver con escaparle a las lágrimas. Revalidar el título de vivir en este año que se despide, en el que llega, y en cada instante que nos regalen para honrar este existir.