Hoy no me vengan con el “aquí y ahora” porque sólo se puede pensar en el sábado. Hasta el sol está ansioso, titila en pausa desde ahí arriba, se tilda, se nubla, conversa con el Diego, pregunta la hora, se pone a tomar sombra, infla la capa de ozono, tiñe sus rayos ultra celeste y blancos. Y desde ese mástil oxidado, en una esquina olvidada, se hace visera, gorro, vincha e hincha, para ser y brillar, sufrir y gozar, Lionel y 10 más, para que mañana a las cuatro amanezca la tarde en el corazón que nos flamea en Qatar y en todas partes.