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1 de Diciembre 2021
RINCÓN DE LOS RECUERDOS
Ecos de la Tribuna,
Imagenes de la Cancha...
Escribe: Angel Kandel
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Hay momentos en la vida de los Pibes, que fuimos antaño, que la realidad que se nos presenta ante nuestros ojos nos hacen recordar...
Y "recordar" deriva del latín "recordis" que significa "volver a pasar por el corazón".
Para eso hay que cumplir algunos "requisitos", por ejemplo:
1 - Mirar atentamente lo que se nos presenta ante nuestra vista.
2 - Sentir que cierta "humedad" invade nuestros ojos.
3 - Cerrar los ojos y "recibir" lo que muy dentro nuestro tenemos almacenado.
Estar en el nuevo y pintado de rojo Estadio Diego Armando Maradona, hace menear nuestra cabeza como regocijándonos por este colorido presente pero al entornar los párpados percibimos y recibimos lo vivido hace lustros, tantos lustros que dan lustre a nuestra vida y a nuestro querido Club.
La cancha la volvemos a ver no en este carmín sino en sepia, ese amarronado color de la madera de los tablones de nuestra querida y recordada vieja cancha. Primero eran sólo dos tribunas laterales: la de Boyacá para los locales y la de Gavilán para la visita. Luego llegaron la de Juan Agustín García, que era parcial porque no llegaba hasta el otro corner y luego vino una chiquita detrás del arco de San Blas. Humilde canchita con muy pocas plateas y con el mástil casi "tocando" a los jugadores.
Pero esas viejas tribunas de madera atesoran "ecos", porque que sino un eco ¿qué es lo que nos sigue llegando de ese estentóreo "¡Chuengaaaaa! que voceaba un señor con ajustada remera rayada y que portaba una bolsa de donde sacaba puñados de caramelos que no siempre guardaban relación con el precio pagado por uno y otros.
"¡Son poquitos, dame más Chuenga! " y Chuenga, porque ya esa palabra lo había nuevamente bautizado, sacaba otro poquito de chuengas.
¿Y por qué ese nombre de "Chuenga"...? Porque Chuenga era la fonética castellanizada de "chewing gum" que era lo que él vendía, caramelos masticables pero el descarte, las sobras de fábrica que envolvía uno por uno y vendía en todas las canchas siendo famoso tanto el personaje como su producto.
Y que otra cosa que un eco salido de los altoparlantes cuando antes del partido, en los entretiempos y a la salida, escuchábamos el famoso y pegadizo "Si su piloto no es Aguamar, no es impermeable, lo puedo asegurar. Su piloto es impermeable si es piloto Aguamar!!!".
Y que decir del instante en que: "informa la Voz del estadio la formación oficial y definitiva de..." Ahí se despejaban nuestras incógnitas o nacían nuestro "¿por qué?"... ¿Por qué saco a...?, ¿ por qué puso a...?
Pie para las discusiones de los hinchas que terminaban cuando los equipos salían a la cancha y llegaba el momento de la verdad.
Muchas eran las propagandas, pegadizas todas ellas que se nos pegaban y repetíamos, como hasta hoy, como ahora... "Si su piloto..."
Pero fueron unas palabras que aún resuenan en mis oídos, en los oídos de aquel adolescente que estando en la tribuna de Boyacá, fue para el año 1955, cuando estábamos saliendo del problema de la parálisis infantil, de la poliomielitis y se buscaba recaudar fondos para tratamientos de todas las formas posible, los altoparlantes dejaron oír una invitación que era una incitación a colaborar para luchar contra el terrible flagelo.
"Señoras y señores, en estos momentos pasan por las tribunas las señoritas de ALPI que portan alcancías para recaudar fondos para su noble labor. Agradeceremos contribuyan depositando su "óvulo"???!!!" Furcio que le dicen, se le trabó la lengua y el pedido de "óbolo" salió un poco distorsionado pero hace que muchos lustros después siga resonando ese "eco" con olor a tribuna.
Más a esos ecos los complementamos con imágenes que eran parte integrante de esa querida canchita.
En los partidos de Primera "A", que se jugaban los domingos, la Revista Alumni era una parte indisoluble del partido mismo. Con ella y sus indicaciones, uno iba sabiendo el resultado en las otras canchas. Eran tiempos en que aún no existían las radios portátiles y esa era la única forma de ir sabiendo como iban "los enemigos". Hasta los locutores radiales prestaban atención a eso y era común escuchar decir "se mueve el tablero" porque una construcción férrea sostenía un armazón en donde colores, letras y números iban informando los resultados en otras canchas con placas que iba intercambiando una persona que allí montaba atenta guardia.
En la Primera "B" que se jugaba los sábados no existía eso y había que esperar hasta el anochecer que era cuando los informativos deportivos daban los resultados.
Pero llegó el día, el ansiado día, en que las tardes sabatinas tenían su "tablero" porque esa revista completó ese inacabado vivir de quienes éramos seguidores de los de "segunda división". La vista se dividía entre mirar el partido y mirar "el tablero" pués siempre averiguábamos cuales eran los parámetros de los partidos que más nos interesaban y atentos a ellos estábamos.
Ecos de la tribuna e imágenes de la cancha, imágenes y ecos que revivimos y vemos y escuchamos como si estuviésemos parados sobre los queridos y añorados tablones.