Llegué a La Paternal en 1990, a mis 14 años. Estábamos con mi mama y mi hermana prácticamente en la calle cuando mi abuelo paterno, ante la situación, nos llevó a vivir a la casa en la que trabajaba como sereno, en la calle Batalla del Parí y Manuel A. Rodríguez. Una hermosa casa antigua, grande, de techos altos y habitaciones continuas. Puertas con postigones y una gran sala de comedor con vidrios de color verde que daba al patio. Terraza, todo luz. Al principio me sentía rara, todo me parecía raro, pero me enamoré rápidamente del barrio. Tener líneas de colectivos para todos lados, correr a poner las compuertas cuando anunciaban lluvia porque se inundaba. Las calles silenciosas, tranquilas. Añoro mis épocas de secundaria en el Comercial 17 cuando concurrían solamente mujeres. La librería de Av Juan B. Justo y Av. San Martín que era inmensa. Los dos locales de pianos que luego los compro el supermercado. El mercadito en la esquina de Cucha Cucha y el Mercado de Donato Alvarez y Av. San Martín. La heladería de Av. Juan B. Justo y Rodríguez. El Bar el Túnel de Gerardo el gallego que aún sigue abierto. Las grandes charlas con Pepe el diariero de Av. Juan B. Justo y Av. San Martín, que me contaba sus aventuras en España.
Más tarde llegaron las salidas: Eventos en el Círculo de la Paternal, El Centro Cultural Resurgimiento, La Agrupación Murguera "Somos los mismos Siempre", Los recitales de Vito Corleone en el Club La Paternal, las fiestas en verano en el Club de Argentinos. El corso de Av. Juan B. Justo y Fragata Sarmiento.
Después de haber vivido unos años en aquella casa y ante la insistencia de mi familia de mudarnos a provincia, preferí quedarme a vivir sola, pero en el barrio. Siempre tuve un sentimiento profundo por La Paternal y aunque miraba otras zonas para mudarme, jamás me vi viviendo en otro barrio que no fuera este. Mucho menos después de la llegada de mis hijos. Pasé de ser Sandra a ser “La mamá de” y con mucho orgullo. Mi hijo Lautaro ama el barrio y hoy tiene la misma edad que yo cuando llegué a La Paternal en 1990. A mis 14 años.