El 18 de Diciembre no fue una manifestación más. Los vecinos se autoconvocaron bajo un lema común: “con los abuelos y los chicos no”, un gran sector de la población salió a reclamar contra el proyecto de Reforma Previsional del oficialismo que se estaba tratando en el Congreso.
En La Paternal se comenzó a escuchar el ruidazo desde las 20:30 hs. donde los vecinos desde sus balcones o en la vereda de sus casas golpeaban sus cacerolas, mientras que los vehículos acompañaban la iniciativa tocando bocinas. En varias esquinas del barrio se empezaba a congregar gente, Dto. Álvarez y Av. San Martín; Boyacá y Av. Juan B. Justo fueron algunos de los puntos, pero el mayor número de vecinos, de manera pacifica, se reunió en la intersección de Av. San Martín y Juan B. Justo, punto emblemático de protesta del barrio. Luego de una jornada signada por la violencia en los alrededores del Congreso de la Nación, y cuando los datos oficiales ya hablaban de más de 160 heridos y al menos 60 detenidos.
Posteriormente algunos manifestantes decidieron marchar hacia el Congreso, luego de una iniciativa en las redes sociales con el hashtag #TodosalCongreso para continuar el reclamo en dónde en la Cámara de Diputados se seguía discutiendo la Ley Previsional.
Esta movilización no sólo se dio en nuestro barrio, innumerables esquinas porteñas fueron invadidas para reclamar. Desde la Recoleta (Av. Córdoba y Anchorena), pasando por Villa Luro (Lope de Vega y Álvarez Jonte), Belgrano (en la intersección de las avenidas Lacroze y Álvarez Thomas), Once (Independencia y Alberti) y Villa Crespo (Corrientes y Scalabrini Ortíz), entre otros, se juntaron los vecinos para unir su reclamo, además de Colegiales, Flores, Almagro, Boedo, Villa Urquiza, San Telmo, Belgrano y Palermo.
La forma de protesta “cacerolazo” nació en la Argentina en la época del menemismo y fue símbolo de la caída del gobierno de la Alianza de Fernando de la Rúa. Desde inicios de este siglo, los cacerolazos se incorporaron al repertorio de acciones de protesta de los sectores medios urbanos en la Argentina. Forman parte de una renovación de las modalidades de manifestación durante la década de 1990, en un ciclo de efervescencia social que tuvo su mayor novedad en la emergencia de las organizaciones de desocupados y el declive de formas tradicionales de movilización pública, como partidos políticos y sindicatos. En la memoria colectiva, el cacerolazo está asociado las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Durante los años kirchneristas, la oposición recurrió al cacerolazo en dos momentos. En 2008, los sectores urbanos que rechazaban las retenciones agropecuarias se manifestaron en todo el país con sucesivos cacerolazos. Luego, entre junio de 2012 y abril de 2013 hubo tres grandes manifestaciones bajo una larga lista de reclamos que incluían asuntos generales como la corrupción y la inseguridad, y puntuales como el cepo al dólar o el impuesto a las ganancias.