10 de Noviembre 2025
LA NOCHE DE LOS MUSEOS 2025
En el Templo del Fútbol, la pasión de Argentinos Juniors se vivió como arte
Escribe: Marcelo Corenfold

 

 

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La ciudad no dormía. En su lugar, latía con el ritmo de miles de pasos en búsqueda de belleza, historia y emoción. Era la Noche de los Museos, la cita anual en la que Buenos Aires abre los brazos de su cultura y más de 300 espacios se convierten en santuarios de luces, colores y sonidos. Pero en nuestro barrio, en una manzana humilde y gigante a la vez, la cultura tenía un nombre propio: fútbol. Y el fútbol, su catedral: el Estadio Diego Armando Maradona.

Desde las 19 horas, la fila se extendía sobre la calle Gavilán. No era una cola de espera, era una procesión de camisetas rojas y blancas del "Bicho" que fluía con la paciencia y la excitación de quienes se acercan a un lugar sagrado. Familias enteras, padres con sus hijos a upa, abuelos con los ojos brillantes, jóvenes con la curiosidad al hombro. Para muchos, era la primera vez. La primera vez que cruzarían el umbral, no solo de un museo, sino de un templo.

Al ingresar, los recibía Jaime, el guía con más cancha, cuyo entusiasmo era tan contagioso como un gol. Con la sabiduría del que cuenta una leyenda familiar, iba armando grupos, tejiendo anécdotas y desgranando datos curiosos que transformaban cada vitrina en un portal al pasado. Y entre todas las reliquias, una sala ejercía una fuerza gravitacional irresistible: la dedicada a Diego. Allí, entre sus camisetas de infancia, objetos íntimos, fotos y videos.

El recorrido era un viaje. De la sala de prensa, donde se forjan los titulares, a los vestuarios, donde sudan los ídolos. Cada objeto, donado por jugadores, hinchas y socios, contaba una historia de barrio con eco internacional. Una historia que comenzó en 1904 y que se palpaba en el carnet del socio fundador Francisco Demarco, en los botines gastados por el esfuerzo, en la camiseta de Maradona en los Torneos Evita.

"Los hinchas de Argentinos nos podemos jactar de algo que ningún otro club del mundo tiene: en nuestra cancha debutaron Diego Maradona y Lionel Messi en la Selección. Un lujo incomparable", afirmaba con orgullo Darío Vaccarini, el custodio de este sueño. Y esa esencia única, ese ser el "Semillero del Mundo", latía en cada rincón, confirmando la frase de Claudio Borghi: "No puedo creer que de una manzanita de Buenos Aires hayan salido tantos buenos jugadores".

Pero la noche no fue solo un repaso silencioso. Fue una fiesta. A las 20:00 hs, la charla de fútbol femenino con Nicole Durso, mostrando que la pasión no tiene género. A las 21:00 hs, la presentación del libro "Maradona en Chile". A las 21:30 hs, el documental "4 a 3, El día de la Victoria" hizo vibrar a los presentes con la gesta de 1998. Y mientras Carlos Ereros, Campeón de América, compartía sus recuerdos.

En los pasillos e inmediaciones, las exposiciones paralelas eran un festín para los sentidos: las camisetas de todos los tiempos de "Encuentro Camisetero", las fotos congeladas de Fabián Prado, los murales que estallaban de color y las miniaturas de ídolos de Roly, que reducían a escala la inmensidad del club.

Cuando el reloj se acercaba a la madrugada y la ciudad empezaba a apaciguar su ritmo, "El Templo del Fútbol" seguía palpitando. No era solo un museo más en la agenda cultural. Era la prueba de que la pasión más visceral, la de un domingo en la tribuna, puede transformarse en la emoción serena de quien observa un trofeo, una camiseta o un buzo que atajó un penal para hacer historia. En La Paternal, en esta noche mágica, el fútbol no se veía, se sentía. Y era puro arte.