Llegué al barrio hace cinco décadas, era el inicio de los '70; más exactamente en 1971 y con mis nueve años esperaba con ansiedad el grito del heladero de Laponia por la calle Adolfo P. Carranza, era toda una ilusión cuando mis padres decían llámalo y elegí uno.
Paternal olía a jazmín del país con sus hermosos jardines, que ya quedan pocos. Había más líneas de colectivos como la 156 la cual dejó de circular en 1979; de la cual guardo un boleto capicúa.
Recuerdo la barra de muchachos de la esquina de Biarritz y Andrés Lamas con sus tardes de fútbol y algún que otro vidrio roto.
Los domingos el barrio se vestía de fiesta, si jugaban Los Bichitos colorados; y varias veces en familia con mi papá y mi tía Josefa íbamos a verlos; era el encuentro del barrio.
Con respecto a los lugares de compra, cercanos a mi casa, recuerdo la despensa de Elena; el kiosco-mercería de Elvira sobre Biarritz que atendía por una ventana y había que subir unos escalones de madera para comprar, la lotería de la querida Raquel, amiga de la familia, hoy atendida por sus hijos. Todos conocidos por su nombre propio.
En las clases a mis alumnos/as del secundario, durante las década del '80 y '90, al dar el tema Barrio en la asignatura Educación Cívica de primer año, les decía que cuando el 109, 63 ó 135 paraban en Jonte y Boyacá yo bajaba y ya empezaba a sentirme en casa, a pesar de faltar dos cuadras y media, porque sabía que si decía soy Viviana la hija de Luis; me iban a abrir la puerta. Me vienen a la memoria los nombres de vecinos/familia que están en mi recuerdo por sus consejos y sus anécdotas: Doña Clara, Doña Silvia, Doña María, Doña Berta, Nelly, Benito, Matilde, Mirta, Doña Flora. Y de un amigo de ley Manolo que no se pierde un partido de su querido Argentinos Jrs.
Uno de los recuerdos más hermosos, de la unidad de los vecinos, son los bailes en la calle de fin de año; se ponían el tocadiscos en la puerta y a bailar al ritmo de Música en Libertad y del 2x4.
Un clásico del barrio era la Pizzería La Cuneta de Jonte y Gavilán, con una pizza exquisita y como no recordar El Rincón de los Artistas donde se daban cita los grandes cantantes de tango ubicado en Jonte y Boyacá; al cual nunca entre por mi edad; pero siempre me llamó la atención pues no se podía ver para dentro por sus cortinas; pero si se escuchaba a los cantantes con mucha pasión.
Para mi madre el barrio de La Paternal es pasado y presente, ella vivió en su adolescencia en Andrés Lamas, entre Jonte y Juan Agustín García cerca de la casa del gran actor Pedro Quartucci y recuerda con gran afecto a la familia Calleja que tenía una fábrica de medias en la calle Cucha Cucha.
Hoy en mi adultez, Avenida San Martín es mi lugar de compras en negocios con historia (algunos de la década del 40) y en negocios nuevos. Hasta el día de hoy extraño el bazar Danubio y la querida Casa Fierro; confieso que lloré el día que cerró.