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27 de Noviembre 2018
OPINIÓN, CRÍTICA Y UN TOQUE DE HUMOR
Tribus Urbanas: No hay nada más tedioso que una larga fila en…
Escribe: Jesica Bond
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Tantas personas, y personajes, nos rodean que casi es tarea imposible recordar las caras y gestos que nos cruzan día tras día. Imagino todo ese rico bagaje de múltiple diversidad que nos caracteriza a cada uno.
Me propuse, no solo por curiosidad, sacar de lo cotidiano todas aquellas personas que cumplen un rol en la sociedad. Todos cumplimos uno, pero pocos nos percatamos de ello.
He aquí, una serie de individuos, que a mi parecer y sin tener la intención de molestar a nadie, observándolos un poco más cuidadosamente encarnan un papel asombroso entre nosotros. Sumergidos en su mundo, creen no ser vistos y pasados desapercibidos, yo dejé de mirar para pasar a observar.
Diviértanse con ellos, y con ustedes…que también forman parte de “Tribus Urbanas”.
¡Bienvenidos a lo cotidiano!

 

No hay nada más tedioso que una larga fila en…

En el banco. Significa que avanzará a dos pasos cada media hora. Y ahí, en la fila para pagar impuestos o hacer un trámite, nos encontramos con los temas más triviales del día en boca de todos. A veces parece interminable la cola en el banco. Uno se tiene que enterar si o si de lo que le pasa a doña Porota cada vez que va a la verdulería, y ni hablar de don Pedro… siempre le pasa lo mismo cada vez que viene al banco, “hay mucha gente y nunca aumentan el personal bancario, uno que tiene que hacer mil cosas y esto le consume una hora de espera”. ¡A mi también me pasa eso! ¿Pero es necesario ventilarlo a desconocidos que nunca más volveremos a ver? Hablando de ventilar, ¿por qué siempre hace muchísimo calor en banco?

Esperando el colectivo. Hora pico y el colectivo está más demorado que nunca. Se junta gente y otra vez. La misma conversación que en el banco. Uno que no sabe si el 113 lo lleva a Cabildo y Juramento. Otro que se pelea porque cree que me colé en la fila, y el llegó antes. ¿Cómo le explico que estaba antes que el, pero me refugié en un techito porque los rayos del sol me estaban derritiendo? Otro se mete y dice “la chica estaba antes”. El alterado responde con un “¿Qué la defendés, acaso sos del “algún partido político”? A lo lejos se ve llegar el 113, pero no frena, continua su camino y se nota cuando el chofer hace una seña con la mano que se traduce en “no hay servicio”. El odio de los presuntos pasajeros se huele en la media cuadra de cola que hay.

En el supermercado. La cola no avanza, está estancada y no arranca. Uno es el último y al cabo de unos segundos pasa a ser el del medio. La situación era sostenible hasta que de pronto se escucha en lo más profundo de la espera, un llanto desesperado de un bebé aburrido y molesto. Uno mira la situación y no entiende porque la madre no lo levanta y lo mece. El niño sigue gritando desesperado desde su cochecito, la gente hace ruidos guturales, casi murmura palabrotas. Y ahí es cuando el pensamiento de “¿me quedaré a vivir en el supermercado?” aparece en la cabeza de más de uno. De repente aparece una embarazada, todos se hacen a un lado y avanza la cola. Avanza para que la embarazada pase sus productos y se vaya rapidito. Me pregunto, ¿por qué no dejaron pasar a la madre con el niño del llanto eterno?

Turno para el médico. Parece que cualquiera está peor que nosotros, nos ignoran y nuestro dolor de cabeza de agrava. Entra al consultorio de guardia una mujer con un dedo sangrante, y ¡nosotros estamos peor! Cuando golpeamos la puerta para verificar cuando nos toca a nosotros, la respuesta es peor que el dolor. “Sólo casos de urgencia, somos dos médicos nomás”. ¿Yo tengo la culpa que me agarre una terrible migraña a las 2 de la mañana un día martes? Y cuando parece que llegó nuestro tan deseado turno, aparece un tipo custodiado por la policía medio dado vuelta, con la ropa hecha añicos y sangre por doquier. Ya nada parece asustar, el dolor de cabeza, minimiza cualquier cosa.

Para los impacientes y ansiosos es el peor karma. Para los pacientes, la oportunidad de leerse un libro o escuchar música, para los que quieren desahogarse y liberar penas es un momento propicio donde desconocidos prestan el oído. Sea quien usted sea, esperar en la fila de cualquier lugar concurrido, es un mundo aparte y de grandes enojos y también, de risas.