En una sesión celebrada en el Salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, el artista plástico Gustavo Rovira fue declarado oficialmente Personalidad Destacada en el ámbito de la Cultura. La distinción, impulsada por el diputado Francisco Loupias, fue aprobada por unanimidad por el Cuerpo Legislativo.
El acto contó con la presencia del legislador autor de la iniciativa, Loupias; la diputada Inés Parry; el homenajeado y sus familiares y amigos. La ceremonia comenzó con la proyección de un video que repasó la extensa y valorada labor artística y cultural de Rovira.
Al tomar la palabra, el diputado Loupias expresó su orgullo por poder ser parte de este reconocimiento. "Para mí es un orgullo que me hayan dejado ser parte de la historia de Gustavo", afirmó, y destacó no solo "la creatividad y la habilidad" del artista, sino también "su acción social a través de sus obras". Loupias subrayó que una parte significativa de su trabajo la realiza "en barrios vulnerables de esta ciudad y del país".
Gustavo Rovira agradeció el honor concedido por la Legislatura. “Me siento un elegido, no por el reconocimiento, pero sí honrado por todos los que me acompañan, en este acto y en la vida. Los llevo en mi corazón. Me siento muy feliz. Son el motor de mi arte", expresó.
Trayectoria de un artista barrial con proyección internacional
Gustavo Rovira, conocido como "el Pintor de La Paternal", nació en ese barrio porteño el 22 de abril de 1961. Descubrió su vocación artística a la temprana edad de 7 años. En 1985 viajó a Los Ángeles, Estados Unidos, para perfeccionarse en diversas técnicas, con especial énfasis en la acuarela.
Iba a la escuela Avelino Herrera, en la calle San Blas, y al salir, con el guardapolvo blanco todavía puesto, cruzaba para entrar a la cancha de Argentinos Juniors. La Paternal fue siempre su casa y su inspiración.
A partir de 1995, en Buenos Aires, se formó con grandes maestros de la pintura argentina como Marcos Borio, Gabriel Allerbon y José Marchi.
Entre su prolífica obra se destacan el mural de Astor Piazzolla, “La Tribuna de mi vida”, y retratos de figuras icónicas como el de Su Santidad el Papa Francisco —realizado en homenaje a su labor social y religiosa—, Niní Marshall, el Dr. René Favaloro y “José el Carpintero”.
Una de sus obras más conmovedoras nació del dolor compartido por millones: la muerte de Maradona. Días después de su fallecimiento, Rovira supo que debía rendirle homenaje. Así nació “Una gambeta a la vida”, un mural de casi 29 metros de largo y casi 4 de alto, conformado por 23 placas que recorren, desde Fiorito hasta su despedida, la vida de Diego.