Toda era comienza como consecuencia de un momento fundacional, primigenio, que lleno de mística repercutirá en el futuro rigiendo los caminos del devenir del mundo. Pero una nueva era no comienza así porque sí. Debe ocurrir algo mágico, maravilloso, es decir, algo que sea distinto a todo lo demás.
Y ese día mágico llegó un miércoles 20 de octubre de 1976. En la cancha de Juan Agustín García y Boyacá, ArgentinosJuniors, recibía a Talleres de Córdoba, que era la sensación del fútbol del interior.
El técnico de Argentinos de aquel entonces, Juan Carlos Montes, dos días antes se le había acercado a un joven de la reserva y le dijo que iba a ir al banco de suplentes de primera. Hasta aquí, nada fuera de lo común.
El día del partido ese mismo joven se cambió con timidez, poniéndose la camiseta número 16 de color roja con una banda blanca. (como la de River, pero al revés), junto a las estrellas del equipo de primera de La Paternal.
El equipo local la pasó muy mal durante el primer tiempo. El toque cordobés marcó gran diferencia en el desarrollo del partido y a los 27 minutos los visitantes se pusieron en ventaja. En el minuto final de dicho primer tiempo, cuando el árbitro marcó dos minutos de adicional, el técnico Montes giró la cabeza hacia los suplentes para tratar de buscar alguna solución. En su paneo del banco detuvo su mirada en el joven de la camiseta número 16 y el pibe le devolvió el vistazo. No bajó la cabeza ni desvió la vista, se quedó mirándolo a los ojos. El técnico le preguntó si se animaba, y como respuesta el pibe saltó al césped para empezar el pre-calentamiento competitivo. No recibió demasiadas indicaciones previas a su ingreso, solamente se le exigió que jugase como él sabía.
Diego Armando Maradona se convertía de esta manera en el jugador más joven que disputaba un encuentro de Primera División. Tenía 15 años, en diez días más cumpliría los 16.
Este pibe cambió el partido. Su fútbol generó un gran espectáculo. La primera vez que tocó la pelota le metió un caño a Juan Domingo Cabrera, el ocho de Talleres. Pero, a pesar de toda esta magia, su equipo no logró cambiar el resultado. Aunque a Maradona lo aplaudieron mucho, sobre todo en el final, incluso corearon su nombre. Su performance había sido muy buena, pero nadie se animó a vaticinar que ese chico sería el jugador más grande de la historia del fútbol mundial. En silencio como si nada, una historia de amor, fascinación y devoción se iniciaba. 4 décadas y media han pasado, y no es necesario describir lo que significa hoy Maradona.
Fue a partir de ese 20 de octubre de 1976 que los años futbolísticos pasaron a nombrarse según si se remitiese a antes o después de la aparición del ídolo. Desde aquel día los años se ubicaban en el calendario como “Después de Maradona” (d.m.).
Hoy en el año 45d.m. seguimos rendido a sus pies, o más precisamente, a su zurda mágica.