"Pegasos lindos Pegasos,
caballitos de madera...
Yo conocí siendo niño
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta..."
Así comenzaba el poema infantil de Antonio Machado en el que expresa la nostalgia por su infancia.
El Carrousel, nuestra querida calesita, esa donde montábamos en los briosos caballitos de madera, los avioncitos y los barquitos que subían y bajaban tanto como nuestra alegría de girar y girar a la velocidad del motorcito, primero a nafta y luego eléctrico, que reemplazó al original caballo de noria que, con los ojos tapados, hacia girar a la calesita al ritmo de la música que el disco le transmitía.
Pegaso en la mitología griega era el caballo alado que simbolizaba la libertad, la inspiración y la elevación espiritual. Su imagen representa la conexión entre el mundo terrenal y lo divino y puede asociarse con la creatividad, la superación y la búsqueda de lo sublime.
Eso desde el punto de vista de la mitología griega pero para nosotros, los niños era no sólo "...la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado", era también la alegría de sacarnos la sortija!!!
Para alrededor de 1930 haría aparición de esta sortija, un invento argentino derivado de la carrera de sortijas que hacían los gauchos, que en este caso es un instrumento metálico circular adosado a un encastre que se insertaba dentro de una pieza de madera con forma de calabaza que era agitada por el Calesitero, quien posicionado al lado del poste del cual pendía colgado el porta sortijas mientras los niños intentaban agarrarla y quien lo conseguía obtenía el derecho a dar una vuelta adicional de manera gratuita.
Esa vuelta gratuita eran tres minutos de una alegría indescriptible tanto por la habilidad de conseguir "sacar la sortija" como por la felicidad del premio de dar otro giro pero sin pagar las moneditas que ello insumía.
Tres minutos de alegría, "dele Don..., déjeme sacar la sortija...!!!