En toda instancia de nuestra vida nos cruzamos con personas, unas más especiales que otras, pero hay veces que también son personajes dado que son elementos fundamentales en cualquier tipo de historia y su desarrollo con características que son clave para la trama.
Hablar del barrio La Paternal es hablar de la Asociación Atlética Argentinos Juniors y hablar de Argentinos Juniors nos lleva, casi instantáneamente, a recordar al querido Rodolfo Fernández.
Y debemos usar el verbo "recordar" sólo porque no lo tenemos físicamente pero pasar por "Sporting" es todavía verlo sentado detrás de su personal mostrador con el teléfono a su izquierda y su sonrisa siempre vigente recibiendo a quienes más que clientes eran amigos.
Y también lo recordamos porque como ese verbo deriva del latín "recordis" que significa "volver a pasar por el corazón" y eso es lo que hacemos con el querido amigo.
Como no acordarnos que delante de ése, su mostrador, estaba la silla que día tras día tenía sentado al querido "Nicha" Sainz, infaltable acompañamiento esa sede que los Bichos de La Paternal tenían en ese negocio-emblema de la Institución, parte integrante e indisoluble del Club de sus amores, la "Sucursal" como la llamábamos y la sentimos.
Rodolfo, Rodo, "el hijo del sifonero" estaría ya encendiendo su velita número 88, esas velitas que año tras año iluminaban su rostro bonachón que, como imán, atraían ora para compartir anécdotas del Club, ora para hacer alguna compra.
Y si de anécdotas hablamos, siempre cuando alguien compartía alguna, Rodolfo la complementaba con ese no-sé-que que tenía para adornar el momento, dándole un toque especial por lo que sabía de tal jugador, por lo que comprendía de la situación, siempre "enriquecía" con esa "yapa" que sabía conseguir.
Cuando decimos que "Sporting" fue desde siempre "la Sucursal" es tan así que en tiempos no tan líquidos financieramente para el Club, se daban las ocasiones que siendo tantas las divisiones y tantos los representantes que debían portar los colores del club que podía llegar a faltar sino algunas camisetas, quizás fuesen medias o tobilleras y que ahí era cuando al "Hola" telefónico con que Rodolfo atendía el llamado, seguía el pedido de "...Rodolfo, necesitamos..." y Rodolfo entregaba esos faltantes que luego lucirían nuestros representantes.
Nunca una duda, nunca nada que no fuese su total entrega.
Pasan los días..., pasan los años..., cambian las circunstancias, detrás de los mostradores ahora nos reciben las sonrisas de Rita y Andrea en ese "Sporting" que siempre y por siempre nos muestra a un sonriente Rodolfo..., Rodo..., "el hijo del sifonero" y nos demuestra que Amistad sigue siendo un valor, porque para Rodolfo Fernández, Amigo siempre se escribió, y se "conjugó", con mayúsculas.