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18 de agosto 2013
EL GRAN LIBERTADOR DE PUEBLOS OPRIMIDOS
“En el último rincón de la tierra en que me halle estaré pronto a luchar por la libertad”
Escribe: Pedro Santis
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Ante la cercanía de un nuevo aniversario del fallecimiento del Gral. José de San Martín, reflexionar sobre su vida y obra es mucho más que refrescar datos aprendidos en la escuela, que como tales al ser descontextualizados dejan de tener sentido práctico o teórico.
En “Nuestro Barrio” se ha tratado con anterioridad la figura del Libertador, pero en este caso ahondaremos en su figura histórica, tratando de relacionarla con los hechos del presente. Esto mostrará cuán inmensa fue, es y será la estampa de Don José.
Desde pequeño fue junto a su familia a vivir a España. Allí estudió y se desempeñó en la carrera militar de manera brillante. San Martín era un militar español, hecho y derecho, pero nunca renunció a su nacionalidad de origen. Durante su estadía en el viejo continente estuvo en contacto con grupos liberales y revolucionarios que veían con simpatía la lucha por la emancipación americana. Fue así que volvió a su tierra natal para ver cumplido un ideal de liberación que daba vueltas por su cabeza y que desgarraba su revolucionario corazón.
Llegó a América del Sur con el plan de liberar todo el subcontinente del yugo español, echando a los invasores y permitiéndoles a los americanos gobernarse a sí mismos. Desde un principio supo que para poder concretar un plan tan ambicioso hacía falta, además de poder militar, poder político. Por lo cual, una vez en la tierra donde nació, solicitó y obtuvo el cargo de Gobernador de Cuyo.
Para aquellos que se dedican a resaltar y escribir en los libros y manuales de historia, solamente,  las cualidades militares del Padre de la Patria, tendrían que investigar (y disfrutar) su perfil y accionar político. Ya que durante los tres años que gobernó la zona de Cuyo lo hizo con gran eficiencia, equidad y honestidad. Esta clase de personajes fantásticos que la historia nos presenta son muy útiles para derribar mitos que en la actualidad parecen ser verdades incuestionables. Por ejemplo, la sentencia que suele afirmar que “el poder corrompe”, queda totalmente desmentida cuando perfiles como el de San Martín son examinados.
Una de sus tantas medidas que llevó a cabo como político fue la de modificar el sistema impositivo preocupándose para que pagaran más los más ricos. Esta idea, sería hoy tildada de revolucionaria. Peor, además la posiciona del lado opuesto a herramientas económicas actuales como, por ejemplo, el IVA (impuesto al valor agregado) que todos los ciudadanos, sin importar clase social o ingreso monetario, pagan al comparar cualquier producto (desde un chicle hasta un auto).  Por lo tanto, estamos frente a un impuesto que va en contra de la afirmación planteada y llevada a cabo por San Martín.
Paralelamente le prestó una enorme importancia a la educación popular fundando bibliotecas y escuelas por doquier. En este caso salta a la vista como se diferenció con colegas suyos contemporáneos a nuestra época (quienes poco, o mejor dicho nada, aprendieron de su figura en su formación académica). Se hace referencia a los generales genocidas de la última dictadura militar que quemaban libros y destruían bibliotecas mientras se decían imbuidos por el espíritu sanmartiniano.
Al igual que su querido amigo y compañero el general Belgrano, San Martín no se conformaba con fundar escuelas sino que se interesaba por los contenidos de la educación y su eficacia. Sentenciaba con seguridad que: “Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia”.
La grandeza de San Martín queda bien marcada en su respeto hacia culturas diversas, y más específicamente para con los indígenas. Él reconoció y, fundamentalmente, respetó a los pueblos originarios que habitaban estas tierras. Por lo tanto, al momento de planificar la liberación del subcontinente americano no se olvidó de quienes eran los verdaderos dueños  del país. El Libertador se refería a ellos como “nuestros paisanos los indios”. En honor a ellos nombró a su organización política: La Logia Lautaro, que tomaba el nombre de un gran guerrero araucano que encabezó la rebelión contra los españoles y ajustició al invasor. Fue así que San Martín, antes de cruzar los Andes, se reunió con caciques de la zona al pie de la cordillera y les solicitó permiso, pues sostenía que ellos eran “…los verdaderos dueños de este país…”.
Hoy en día la figura de San Martín es respetada en todo el mundo, tanto que varias ciudades cuentan con una calle con su nombre. Es así como su espíritu y la defensa de sus ideales de libertad e igualdad están presentes en cualquier rincón del planeta, o en palabras del propio San Martín: “En el último rincón de la tierra en que me halle estaré pronto a luchar por la libertad”.