28 de julio 2023
VAMOS LAS PLAZAS EDICIÓN INVIERNO
Segunda semana de espectáculos gratuitos en plazas de la Comuna 11 y 15
Escribe: Angel Kandel
Copyright © 2013 nuestrobarrioweb.com.ar - Medio Digital Comuna 11 y 15 – Todos los Derechos Reservados
La brisa de la nostalgia nos lleva a los felices años de nuestra infancia, aquella hermosa infancia de los "picados" en la calle, de jugar al balero, al yo-yo, al rango y mida, a "Cachurra montó a la burra" y así, a la distancia, nos veo jugando, luciendo esos pantalones cortos que dejaban desprotegidas a nuestras rodillas cuando caíamos arrastrados por la euforia del fútbol callejero y los raspones y heridas quedaban expuestas.
Pantalones cortos, todo un hito al que esperábamos superar en el momento en que llegase el turno para usar "los largos".
Era un momento muy esperado, era casi un rito de iniciación, era "el ser grandes".
Mi momento fue un 31 de diciembre por la noche.
Un pantalón de mi tío Enrique, acondicionado a mi cuerpo, fue mi estreno esperado. 
Escribo y siento ese especial cosquilleo en mi estómago al traspasar el umbral y transitar las veredas que hasta hacía un ratito espiaban las cicatrices de mis rodillas y los rasguños en mis pantorrillas pero ya no más.
Ya no más..., ahora era la tela del casimir que "uniformaba", que "forraba" mis piernas y me había convertido en, sino en un hombre en casi un hombre porque ya todo era distinto.
"Con pantalones largos y todavía" y ahí seguía lo que familia, amigos y vecinos esperaban porque algo que si podía disculparse en "un chico de pantalones cortos" no lo era a "un grandote de pantalones largos". Y ya no sólo el barrio, la escuela secundaria también nos recibía distinto.
Pantalón corto "pantalón cortito, bolsita de los recuerdos..." le cantó Leonardo Favio en "Chiquilladas" y eso, recuerdos que vuelven a pasar por nuestro corazón de niño, ese niño que, por suerte, sigue en nosotros y sigue corriendo detrás de una pelota de trapo y escapando del autito de "la cana" o de "el chinito de la 41 a" que era el Cabo Ojeda que ahuyentaba a esos pequeños "delincuentes" que osaban perturbar con sus pelotazos la respetable hora de la siesta.