Néstor Dubini recuerda anécdotas, historias y lugares del barrio para compartirlas con todos los lectores. Nacido en el barrio de La Paternal el 12 de enero de 1930 en la Av. San Martín 3081.
Sobre la Av. San Martín pasaban los tranvías 85 y 86, uno hasta José M. Moreno con su boleto combinación $0.15.- con el subterráneo “A” y el 86 hasta L. N. Além desde Villa Devoto.
Recuerdo que estos tranvías circulaban por una calle separada por adoquines en la misma avenida y las columnas de luces de hierro con faroles estaban situadas en el medio de esa separación.
Fui criado en el barrio entre las calles Jonte y Trelles y concurrí al colegio situado en Av. San Martín 3100 perteneciente al consejo Escolar Nº 10 y la Cooperadora es la “Juan B. Biscay”, donde mi padre integró la junta directiva desde el año 1936 hasta su muerte en el año 1961. Esta escuela en el año 1942 fue trasladada a un edificio nuevo en la calle Espinosa entre Trelles y Jonte con el nombre de República del Ecuador manteniendo el nombre hasta el momento.
La Paternal fue un barrio de cines buenos, regulares y malos y en ese orden ponemos al Cine Sena (actualmente agencia de automotores), Parravicini (casa de departamentos), Taricco (antiguo Supermercado del Hogar Obrero), el cine Oeste (hoy Paloco), lugares que se fueron perdiendo con el avance del modernismo.
Recuerdo la primera cancha de Argentinos Juniors en la Av. San Martín entre las calles 12 de Octubre y Punta Arenas donde hoy existen bodegas cerradas y pegada a la cancha estaba la elaboración del Capital; entre los recuerdos surge en mi memoria, un acontecimiento ocurrido en el año 1939 ó 1940 el crimen de un hombre de la calle en los terrenos de la ex cancha (que ya no existía) y para nosotros los pibes de esa época fue toda una novedad ya que cuando salimos del colegio concurrimos a ver el cadáver.
Otro caso muy lamentable surgido de este barrio fue un crimen y suicidio que se produjo en el año 1942 en la Av. San Martín al 3000 existía una farmacia muy bien puesta y el farmacéutico gozaba de una gran popularidad en el barrio por su personalidad y carácter, a él le consultaban de todas las dolencias y su clientela era numerosa, pero he aquí que un día el señor farmacéutico en un ataque (de celos o de amor) con una navaja mata a una señora y se degüella él. Fue toda una consternación en el barrio por lo imposible del caso.
La Paternal barrio que siempre estuvo separado por la Av. San Martín predisponía a las barras a dirimir supremacías por medio de desafíos de fútbol que se jugaban en los potreros de la ex cancha de Argentinos, o bien a trompadas, pero eso no impedía que el lunes las cosas seguirían igual que antes del partido.
La Paternal barrio tranquilo que compartía con el vigilante de la esquina las fiestas de Fin de Año y Navidad; donde los inquilinos (gente de clase media) salía a las calles con sus sillones, banquitos y sillas a disfrutar del fresco del verano o tomar helado de una heladería que desapareció (Av. San Martín – entre Trelles y Médanos, hoy J. A. García) llamada “El Aeroplano” con sus mesas de hierro y mármol, atendida por la familia (creo que eran seis) y que eran un deleite para nuestros paladares.
Recuerdo que cruzando la calle Médanos, había un café y en el ángulo superior del negocio se encontraba una “vitrolera” haciendo el deleite también de chicos y jóvenes.
Bajando por la Av. San Martín y en la esquina de Dto. Alvarez se encontraba un restaurant y parrilla que se llamaba “Nino” con la parrilla al frente y continuando el comedor sobre Dto. Alvarez.
Sobre la vereda de enfrente y a esa misma altura existía una clínica psiquiátrica del Dr. Neiro Rojas (dirigente radical en aquél entonces) con sus paredes cubiertas por ligustrinas y la casa de internación en el centro, que para nosotros, los pibes era un motivo de terror (Hoy está Mc’ Donalds).
Ubicado por Av. San Martín nos encontramos con un gran mercado con salida por Donato Alvarez y frente a esta salida está la Iglesia de La Consolata que en esa época se limitaba a ser la capillita en el subsuelo de la Iglesia actual y los primeros cimientos del colegio Claret que se terminó muchos años después.
Sigamos con el mercado. A uno o dos negocios existía una pizzería llamada CHALU Y BARBERA donde el primero fue un gran jugador de fútbol, lo original de este negocio era que en lo alto del local había una recta del hipódromo donde los caballos que corrían representaban a un club de fútbol (Los Millonarios – Los Bichitos Colorados, etc.) y los domingos los colocaban como estaban situados en la tabla de posiciones cerca del disco de llegada. En esa época las porciones de pizza costaban 0,10 centavos, y el Naranjú 0.10 centavos, y gracias a Dios no existían las variedades de ahora.
En el año 1941 me mudé al 2.663 de la avenida, y sigo concurriendo al mismo colegio, entre las calles San Blas (hoy Dickman) y Seguí, donde en esa esquina brillaba el Gran Bazar “Dos Mundos” de uno de los grandes mecenas que tuvo el país, el Sr. Roger Ballet que todos los años donaba a una escuela y ayudaba a necesitados.
En el 2.663 de la avenida existía el Correo Nacional, donde en Navidad, Año Nuevo y Reyes se distribuía a los menesterosos y no menesterosos una botella de sidra y un pan dulce de “La Fundación Eva Perón”, y donde las colas eran interminables.
Quiero hablar y recordar un hecho muy particular sobre la calle Seguí entre Av. San Martín y Espinosa, existía un señor excelente que era tan alto (en aquella época, más de 2 metros) que fue apodado el gigante y asustaba a la purretada, sin quererlo.
Hablemos de cines, en aquella época cualquiera de los cuatro cines de la Paternal (lo mismo los de Caballito: Río de La Plata y Pellegrini) daban 4 películas por $ 0,20.- (más 0,10.- de bizcochitos, los pudientes); nada de propina a los porteros, eso nos costaba que cuando el cine estaba lleno, los acomodadores nos sacaban de la butaca y teníamos que ver la película desde el suelo de los pasillos, con algunas de las lauchas que pasaban (Taricco).
Los cines tenían un techo corredizo que se abría entre película y película para ventilar, pero a veces se atascaba y nos mojábamos por el agua que entraba (Taricco y Oeste) los días de lluvia.
El Sena era un cine más "fifi" los acomodadores estaban uniformados y los sábados y domingos las entradas costaban más caras y había que entrar con corbata y zapatos.
He tenido la oportunidad de chico (sin que se enteraran mis padres y sin cobrar) ser telefonista, doblador de programas y llevar rollos de películas a otros cines en tranvía.
El cine Parravicini era para personas mayores y familias.
Hablemos de personajes que vivieron en nuestro barrio y que fueron en su mayor parte conocidos míos:
Juan Carlos Altavista (Minguito), nacido en el barrio y compañero en el colegio Hipólito Vieytes. En carnaval se disfrazaba de Luis Sandrini y recorría la Av. San Martín. Hugo Moser (actor), vivía en la calle Trelles entre Av. San Martín y Espinosa y a pesar de ser mayor que yo compartía las fogatas de San Pedro y San Pablo (feriado en aquel entonces) y comíamos las papas a las brazas. Evangelina Salazar, vivía en Juan B. Justo cerca de Av. San Martín.
Los Martinez-Suarez (Mirta, Silvia y José) conocida la primera como Mirta Legrand cuando venían a Buenos Aires de vacaciones se establecían en la casa de la familia Montagna, en la calle Trelles, luego se mudaron a una casa de Jonte y Espinosa y por último a otra casa en Donato Alvarez y Espinosa, frente al colegio de mujeres al que concurrían llamado “Damas Mendocinas”, mi padre perteneció a la Comisión Directiva por 20 años. La llegada de esta familia al barrio (las hermanas en aquel momento no eran actrices) provocó gran revuelo, por la belleza de ellas y la sencillez de José, quien estuvo varias veces en mi casa como amigo.
Ustedes recuerdan el entusiasmo del Arroyo Maldonado que ocupaba la calle Juan B. Justo en el año 1943 ó 1944 se inundaba y las aguas llegaban hasta la calle Belaustegui y los que salíamos del Vieytes teníamos que cruzar con el agua hasta la cintura.
En la esquina de Juan B. Justo y Av. San Martín había un restaurant en la planta baja y una cervecería, en la planta alta creo que se llamaba La Pérgola, y se expendía cerveza suelta acompañada de camarones a un precio irrisorio para la época.
Los edificios que fueron desapareciendo: la Usina de Av. San Martín y Trelles, la estación de servicio Esso pegada a la usina, la fábrica de fideos Oneto en la misma cuadra, el correo original de Av. San Martín, Farmacia Panizza, la Tienda La Central, Av. San Martín y Nicasio Oroño, los cuatro cines antes mencionados, Casa Gómez (librería) y tantas otras.
Hago mención que La Paternal era centro de compras de las localidades de Sáenz Peña, Santos Lugares, Caseros los que luego fueron instalando sus negocios en su localidad y dejaron de venir al barrio.
En el año 1946 dejo el barrio socialmente y voy a Villa del Parque pero sigo viviendo hasta el año 1962 que me mudo definitivamente a ese barrio y no dejo de extrañar a mi barrio original y tantos compañeros de mi vida.
Desde estas líneas saludamos a sus habitantes, los que lo habitaron y hoy ya no viven en el y recordar a los que ya no están pero que fueron parte de la rica historia del barrio de La Paternal.