22 de Junio 2025
RINCÓN DE LOS RECUERDOS
Sabañones
Escribe: Angel Kandel

 

 

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En la querida y hermosa infancia -esa que vivimos hace ya varias décadas-, los que íbamos al turno mañana en nuestra escuela primaria supimos lo que era el frío.
¡Brrr! Eso sí que era frío. Salir a la calle para ir al colegio era como entrar a una heladera. Camiseta de frisa, pulóver, bufanda, orejeras, guantes, sobretodo... todo era poco. El frío se nos colaba por todos lados.
Ah, una aclaración: en esa época usábamos pantalones cortos, por lo que lo único que protegía nuestras piernas eran las medias largas de lana.
Llegar a la escuela, nuestro segundo hogar, era intentar "dejar" un poco de ese frío en la entrada y, de a poco, ir quitándonos algo del ropaje.
Después de la formación en el patio para la ceremonia del izamiento de la bandera y el canto alusivo -que duraban unos minutos-, recién podíamos entrar al aula.
Ya instalados, y cuando teníamos la suerte de contar con una estufa, la cosa se iba apaciguando. El sobretodo que habíamos dejado en el aula nos permitía lucir nuestro níveo guardapolvo, y ahora era el turno del resto de la “coraza”. Era en ese momento cuando "descubríamos" que no todos éramos iguales.
¿No éramos iguales?... En algo, no lo éramos.
Cuando desaparecían las orejeras y los guantes, algunos chicos ostentaban, tanto en las orejas como en las manos, unas hinchazones que les picaban, les molestaban, y -en el caso de las manos- no les permitían tomar bien la lapicera, y por ende escribían mal, desprolijamente, con mala letra...
—¿Qué te pasa, Roberto?...
—¿Qué tenés, Juancito?...
—Sabañones —era la escueta y contundente respuesta.
—¿Sabañones...? ¿Y qué es eso? -era la pregunta de quienes no los padecíamos.
La maestra o el maestro era quien, en ese momento, intervenía y nos aclaraba:
—Los sabañones aparecen con el frío. Es un problema de mala circulación de la sangre -y agregaban-: uno amanece con ampollas en las manos, y al día siguiente empeoran, y al otro, más. Llegan con dolor, los dedos se hinchan como salchichas rojas y calientes, y las lesiones se concentran sobre los nudillos. Se vuelven visibles. Uno no sabe si arde o pica, o las dos cosas juntas, pero lo peor es que, con el frío, parece que te refregaran una virulana sobre una herida abierta.
Con el paso del tiempo, nos anoticiamos de que el nombre de la afección es eritema pernio o perniosis.
Los sabañones fueron desapareciendo: ora por no ser tan fríos los inviernos, ora por la calefacción. Pero, lamentablemente, en estos momentos esa afección ha recrudecido de forma notoria, y los médicos especialistas creen que el COVID-19 puede haber dejado una huella en nuestros cuerpos. De ahí, el aumento de los casos.