En medio de los festejos por los 107 años del club y la Biblioteca Popular Ciencia y Labor, una voz se levanta. Graciela Orellana, bibliotecaria y alma visible del espacio, comparte con emoción y preocupación el presente de una institución que, más allá de los libros, es casa, es cultura y es vecinos.
La jornada, entre pastelitos, emociones y reconocimientos, fue también escenario de una charla íntima junto al colega Víctor Pais, del periódico Tras Cartón. Allí, Graciela abrió las puertas no solo de la biblioteca, sino de la realidad que atraviesan cientos de espacios similares en todo el país: el riesgo de desfinanciamiento y desaparición de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), a raíz del decreto 345/2025 recientemente publicado.
“Sin la CONABIP no podríamos sostener este espacio. Ellos nos permiten renovar nuestro fondo bibliográfico, mantener la estructura, acceder a computadoras, mobiliario, cubrir gastos básicos como la luz o internet. Nos acompañan en el crecimiento, nos permiten cumplir nuestro rol: garantizar el acceso a la información”, remarca Graciela.
Cada año, gracias a esta red nacional, la Biblioteca Ciencia y Labor participa de la Feria del Libro, donde socios y socias —que incluso hacen su propia lista de títulos deseados— celebran la llegada de nuevos ejemplares con entusiasmo. Ese contacto directo con la lectura y con los lectores es el alma de esta institución que, como otras bibliotecas populares, no está ligada a una escuela ni a una universidad, sino que es “una puerta abierta al placer por la lectura”, como define Orellana.
Actualmente, la biblioteca cuenta con más de 11.000 libros, y si bien 70 personas activas parecen pocas, para una biblioteca de este tipo es un número valioso: son lectores y lectoras que asisten porque quieren, no porque deben. Vienen desde la infancia y siguen durante la adolescencia, en muchos casos construyendo un lazo que perdura.
“Tenemos socios de todas las edades. Algunos empezaron viniendo de la mano de sus padres, hoy están en secundaria y siguen retirando libros. La lectura es parte de su vida”, cuenta Graciela.
El espacio, que nació en 1918 de la mano de vecinos que juntaban libros entre sus conocidos, sigue siendo un símbolo del esfuerzo comunitario. Y también de los desafíos. El crecimiento del fondo bibliográfico necesita ahora nuevas estanterías, espacio físico y organización. Se conservan libros históricos en muebles vidriados, parte del patrimonio fundacional, y se trabaja constantemente en actualizar los canales de comunicación con los socios, incluyendo WhatsApp, mail y ahora redes sociales.
A pesar de todas las transformaciones, Graciela sostiene que la biblioteca nunca perdió su esencia:
“Ya no es esa biblioteca callada, de estantes estáticos. Hoy es un lugar vivo, de expresión, donde las ideas circulan, donde se respira arte y cultura. No somos un depósito de libros, somos una comunidad que piensa, que siente y que defiende su derecho a leer”.
Por eso, en este nuevo aniversario, el reclamo es claro: la continuidad de la CONABIP no es un capricho, es una necesidad vital para que miles de bibliotecas como esta puedan seguir cumpliendo su misión.
Desde Villa General Mitre, desde una biblioteca con más de un siglo de historia, la voz de Graciela no es sólo la de una bibliotecaria. Es la de un barrio que sabe que sin libros, sin cultura y sin vecinos, no hay futuro posible.
Defendamos a la CONABIP
Las personas que integramos la Red Internacional por las Bibliotecas Populares nos manifestamos en contra de la destrucción de la CONABIP y en defensa de las Bibliotecas Populares Argentinas luego del decreto 345/2025 publicado el 22 de mayo en el Boletín oficial, que pone en peligro la continuidad del organismo creado por Sarmiento en 1870.
El mencionado decreto elimina a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, quedando en su lugar una unidad organizativa dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación. De CONABIP solo queda el nombre.
Esta decisión implica:
Eliminar el carácter federal del organismo → Se destruye la composición de la Comisión Nacional (presidente, secretario, vocales con representación sectorial y provincial), se crea un cargo de director nacional, y se suma un Consejo Asesor integrado por cinco personas elegidas arbitrariamente por el Secretario de Cultura. Si bien se sostiene una Junta representativa provincial de bibliotecas populares, la misma queda vaciada de contenido en tanto desaparecen las vocalías que representan la voz de cada provincia. A partir de esta medida se corre el riesgo de dejar en manos de las autoridades de la Secretaría de Cultura toda decisión sobre el reconocimiento de nuevas bibliotecas populares o eliminación de bibliotecas populares ya existentes.
Perder autonomía para el desarrollo y ejecución de políticas públicas → Las decisiones sobre planes y programas quedan exclusivamente a cargo del Secretario de Cultura. En la CONABIP, hay saberes, experiencias y expertise acumulados a lo largo de los años que constituyen un valor agregado para toda acción implementada en beneficio de las bibliotecas populares y para establecer prioridades de gestión que garanticen su fortalecimiento.
El presupuesto queda en manos de la Secretaría de Cultura en lugar de ser administrado directamente por parte de la CONABIP → En incumplimiento de la Ley 23.351 -gran logro de la democracia- el presupuesto para las bibliotecas populares queda sujeto a la discrecionalidad de lo que las autoridades de turno de la Secretaría de Cultura consideren. No se podría asegurar que su uso se destine exclusivamente a las bibliotecas populares. Esta medida ignora, además, que el fondo para las bibliotecas populares fue garantizado por 50 años por todo el arco político en el Congreso de la Nación en 2022.
Desde esta Red exigimos que se revierta la destrucción de la CONABIP y conserve su capacidad de gestión, su autonomía y su representatividad federal.
Este decreto que elimina a la CONABIP como organismo no moderniza ni mejora la gestión: desmantela una política pública histórica, exitosa y profundamente democrática que garantiza acceso federal a la cultura y desarrollo local.
La cultura no es un gasto. Es un derecho.
Red de defensa de las bibliotecas populares y la CONABIP con sus 155 años de existencia