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7 de Junio 2019
7 DE JUNIO - FELIZ DIA
Todos somos periodistas
Escribe: Pedro Santis
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El 7 de junio se conmemora el día del periodista en nuestro país en honor a que Mariano Moreno publicó el diario La Gaceta de Buenos Aires (Gazeta de Buenos-Ayres según la ortografía de aquel entonces).
Con 12 días de vida la Revolución de Mayo de 1810 ya contaba con un órgano de difusión. Puesto que La Gaceta sería el diario que respondería a la Junta de Buenos Aires aunque también, en una segunda instancia, sería el instrumento que utilizaría Moreno para jugar su interna dentro de dicha Junta.
¿Por qué se designo ese día si ya existían diarios en Buenos Aires antes de esa fecha? Se eligió  por ser la primera publicación del que fue el primer diario patrio. Este no es un dato menor para entender el ejercicio periodístico, ya que se designa como fecha emblemática de la profesión una publicación vinculada a un gobierno; puesto que no era un diario social cualquiera sino que fue el diario de La Primera Junta de Gobierno.
En esta conmemoración del día del periodista que, como pocas veces en los últimos tiempos, se da en un clima social que discute el tema de la independencia o no de la prensa en relación al poder político-económico, es fundamental un sinceramiento y esclarecimiento de esta profesión que según la Real Academia Española se encarga de la tarea de informar o crear opinión.
Los medios de comunicación siempre tuvieron sus propios intereses y preferencias y el periodista que reniegue de ello no es digno de serlo. Entre tantas formas de defender dichos intereses, sin duda la más eficaz es lograr ser el obturador de la hegemonía reinante en una sociedad. Y cómo lograr la hegemonía sí no es naturalizando una versión de los acontecimientos como si fuesen universales, para todos. Es así, que medios y periodistas quieran mostrarse como órganos y voceros neutrales e independientes de todo poder.
Motivados por una ficticia imparcialidad frente al tratamiento de la noticia, la corporación periodística enarboló la consigna de la Libertad de Expresión. Esta proclama universalista pareciese llevar el germen de la convivencia, el entendimiento y el respeto hacia el prójimo si no fuese porque los autoproclamados paladines de la expresión la utilizan para imponer visiones particulares en la totalidad de la sociedad como si fuesen una verdad inmaculada e indiscutida.
La formación y aparición  de la prensa está ligada con el mercado capitalista, porque la economía de mercado demanda información, conocimiento. La prensa siempre estuvo muy vinculada al negocio internacional. En un primer momento, se encargaba de informar sobre los movimientos de los barcos para la industria manufacturera londinense que producía tejidos y necesitaba saber si el barco de algodón había salido de la India. Luego, se complejizarían los intercambios económicos y una mayor demanda de información se hizo necesario. Y esa prensa que comienza a informar no se va a limitar a los barcos únicamente, sino que comenzará a informar sobre las cuestiones locales, sobre todo los asuntos políticos. 
Este proceso fue apareciendo en los tiempos cuyo sistema político imperante eran los Estados absolutistas, los cuales actuaban imponiendo la censura en muchos casos. Por tal razón la burguesía, detentando el manejo de todas las nuevas transacciones y por consiguiente poseedora de un gran poder, llevará adelante la lucha por la libertad de expresión y así lograr frenar la intervención del Estado en los negocios. Para fines del siglo XVIII quedará plasmada la idea de que el Estado no puede intervenir en el discurso de la prensa.
Sin embargo, en el presente la principal restricción a la libertad de expresión no está solamente en el Estado sino que también, y con mayor fuerza, aparece en el mercado. Por lo que la libertad de expresión tal cual como fue concebida es un concepto caduco; debe ser modernizado. Los sucesos que le dieron origen en siglos pasados presuponían problemas de esa época mientras que hoy, luego del turbulento siglo XX y en la entrada del XXI, otras necesidades son requeridas. Es decir, no sólo hay que garantizar la no intervención del Estado sino el derecho ciudadano a la comunicación. Lo que implica no sólo recibir información también poder emitirla y para ello es vital contar con los medios materiales para hacerlo, por ejemplo. Claramente el mercado no puede ser subestimado.
Siempre que leamos o escuchemos en los medios denominados serios y/o grandes defender una libertad de expresión sostenida en una posición “independiente” deberemos sospechar y tildar de tendencioso a ese emisor, aunque este carnalizado en un periodista o multimedio de supuesto buen renombre.
Los periodistas no sólo reciben presión o censura de parte del Estado, sino también de las empresas periodísticas para las que trabajan. Y la frase “empresa periodística” no debe pasar desapercibida, puesto que como toda empresa se guía por intereses económicos. Por lo que elevar consignas para revelarse frente a la censura del Estado, para luego caer bajo la tutela del mercado (a través de la publicidad y de los intereses de los dueños de los medios) es cambiar una dependencia por otra.
Seguir hablando de “libertad de expresión” tal como fue concebido en el siglo XIX, permite a las empresas de medios masivos no entrar en un terreno complicado y evitar debates que hagan tambalear su estructura y nivel de poder en la sociedad. Ya que el negocio es instalarse como la voz dominante de lo que ocurre y así imponer de qué se habla, cómo se habla y cuándo se habla. En definitiva, no es aceptable seguir sosteniendo una libertad de expresión como si fuese una verdadera libertad de discurso.
Como manifestó vehementemente el intelectual español Ignacio Ramonet “…la libertad de expresión es un imperativo categórico en democracia, pero estos grupos (mediáticos) no tienen legitimidad democrática. Por consiguiente, no pueden llevar una política sistemática de acoso y derribo de gobiernos…“.
Los medios grandes ya no desean denunciar los abusos de poder, ni corregir los problemas de la democracia para mejorar el sistema político. La libertad de expresión como la defienden hoy los grandes medios masivos no es otra cosa que una caricatura para defender la ideología de la mundialización liberal, cercenando otros puntos de vistas posibles.
Por lo tanto el periodismo no revela la realidad mágicamente sino que influye decisivamente a su construcción. Y dicho erigir depende de la cosmovisión o ideología de quien la encara. Una sociedad equitativa debe disfrutar de una verdadera pluralidad de voces y sólo bajo esta premisa la existencia del periodismo se torna vital. Pero además es necesario que el ejercicio de la libertad de expresión esté bajo control responsable de la sociedad civil y no confiscado por quienes dirigen los grandes grupos mediáticos.
A su vez, medios barriales como Nuestro Barrio tampoco somos independientes sino que reflejamos una mirada y adoptamos una postura determinada que, en general, no suele tener lugar en los “monotemáticos” grandes medios de comunicación masiva. En estos medios los vecinos tenemos una participación activa en la construcción de la noticia y por ende en la agenda de temas relevantes para el barrio. Gracias a ello fortalecemos nuestros vínculos comunitarios a la vez que mostramos y vemos otra forma de construir los acontecimientos.
Y en tanto, que logramos romper el cerco informativo construido por el brazo mediático del poder económico nos constituimos en periodistas de raza. Entonces­, feliz día para todos nosotros!!!