Un mundo de vueltas habitado por animales, seres mágicos y naves galácticas conviven junto a las palomas y los árboles de la plaza. Sólo cobran vida cuando el niño sube a girar con ese micro mundo en movimiento que ilumina la cara de los transeúntes. La misión es sentarse y disfrutar de los giros, moverse al compás de la música e intentar atrapar la sortija, que muchas veces se la lleva el más chiquito de la calesita acompañado por su tripulante mayor. Los recuerdo del barrio se funden en la calesita de los mil colores y sonidos, la alegría de ser parte de ella dura por semanas hasta volver a la plaza a revivirlo.
La primera calesita llegó a Buenos Aires en 1860 y estaba impulsada por un caballo. Hacia los años 30 aparecieron las primeras calesitas con motor y hasta se instaló una fábrica de calesitas que funcionó en Rosario hasta 1984. Uno de sus dignos productos se instaló en el Jardín Zoológico porteño, donde giró durante décadas. Los nostálgicos la pueden ver funcionando aún hoy en Ayacucho, provincia de Buenos Aires.
Desplazadas de muchos lugares, en Buenos Aires aún ronronean en algunas plazas y también en las esquinas de Ramón Falcón y Miralla; en Boyacá y Avenida Juan B. Justo, en nuestro barrio de La Paternal. También sobrevive una hermosa calesita en la Ciudad de los Niños, en City Bell. Y desde ya, cada ciudad del interior tiene su modesta o ilustre calesita.
En la plaza de Roque Sáenz Peña (Juan B. Justo 4800), hace varias décadas que funciona la calesita bautizada como La Calesita de Pascualito. Ella comparte el espacio verde con el pequeño Ombú, el monumento a Pappo y la tradicional feria de Artesanos de los domingos: estandartes simbólicos del barrio y de la plaza.
Se han escrito varios artículos sobre la calesita de La Paternal, en blogs, diarios y periódicos barriales, como también la han homenajeado en la web. En la página www.youtube.com se atesora un pequeño video sobre una historia mínima de la calesita de La Paternal en la plaza Roque Sáenz Peña.
“Sigo caminando por Buenos Aires y no dejo de ver las cosas hermosas que hay en mi querida Ciudad, sus barrios, sus calles, su gente, sus plazas y aquellas calesitas que se encontraban en las esquinas de algún terreno baldío abandonado. Recuerdo que, en aquel verano de la mano de mi padre, paseábamos una y otra vez por aquel terreno vetusto y sin vida. Allí estaba la esquina de mi querido barrio de La Paternal, en esa casa hermosa que jamás podré olvidar. Cierto día, veíamos que había un hombre que de a poco limpiaba ese baldío, de toda maleza y basura que arrojaban los vecinos del barrio. Fueron pasando los días, que se fueron convirtiendo en semanas, y nosotros los pibes nos preguntábamos qué haría ese misterioso hombre en ese terreno baldío que por años se encontraba sin vida y despreciado por todos. Pero finalmente la respuesta no se hizo esperar, y veíamos como de a poco la ilusión y ese sueño nuestro estaría por cumplirse. Faltaba solamente algunos retoques nomás. Faltaban detalles de rigor, y nosotros los pibes del barrio, rogábamos que llegase ese día. Ese gran día, ya que desde aquel gran día el portón improvisado de aquel baldío se abrió y comenzó a girar al compás de la música. Nuestra querida calesita. La que tanto esperábamos con amor, ese mismo día rogábamos que nunca se acabase, nuestra alegría era incalculable. Subidos en esos caballitos de madera que galopaban constantemente sin cesar…”
Sobre el video:
Forma parte del Programa Radial de Tango “Las Vivencias del Pibe”, conducido por Antonio Vega. Emitido por FM90 (FM 90.1 en el dial) www.fmnoventa.com.ar
Se transmite En vivo todos los jueves de 20 a 22 hs. se Repite los martes de 15 a 17 hs.
Para verlo ingresar en:
https://www.youtube.com/watch?v=QFbVF8pVLZY
“Subíamos a lo loco a la calesita y estábamos atentos a todos los movimientos que hacía Joaquín con la sortija. Don Joaquín era el dueño de la calesita, era aquel hombre desconocido que hasta entonces limpiaba ese baldío, solito, de malezas y basuras. Era aquel hombre que con el pasar del tiempo, su voz que nos hacía inconfundible al preguntar luego de cada vuelta, “a ver chicos, ¿quién sacó la sortija? Fuiste vos, subí, dale, que tenés otra vueltita gratis”.