3 de marzo 2024
RESIDUOS URBANOS
Los contenedores, un verdadero dolor de cabeza para muchos vecinos
Escribe: Mónica Rodríguez

 

 

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Desde hace muchos años la ciudad de Buenos Aires eligió instrumentar la recolección de residuos a través de contenedores. Los hay negros para los residuos húmedos (orgánicos) y verdes para residuos inertes (papel, cartones, metales, vidrios, plásticos de uso domiciliario).

También existen los puntos verdes (fijos y móviles), normalmente apostados en las plazas que reciben materiales secos y de otro tipo, como son las pilas y baterías, aparatos eléctricos y electrónicos, cartuchos y tonners, aceites vegetales usados y lámparas, que requieren gestiones y separaciones diferenciadas a fin de no evitar la contaminación.

Para los residuos voluminosos como pueden ser grandes electrodomésticos (heladeras, lavarropas, termotanques, etc.), restos de podas domiciliarias y/o escombros, las empresas de concesionarias disponen de una atención especial puerta a puerta, previa solicitud por parte del usuario.

Si bien la prestación debería funcionar como un mecanismo de relojería, la realidad y las postales que se ven en la calle están muy distantes de ello.

En principio, los vecinos, por razones de seguridad o simplemente malos hábitos sacan los residuos a la hora que quieren, cuando está establecido que debe ser entre las 20 y las 21 hs.

Dentro de los contenedores se puede encontrar cualquier tipo de cosas, inclusive residuos que tiran alguna casa de comidas ó gastronómico que en vez de contratar una recolección diferenciada que corresponde por ley, optan por ahorrarse unos pesitos y utilizan los contenedores domiciliarios que rápidamente llenan y desbordan debido al volumen de residuos que generan.

El mantenimiento de los contenedores, fundamentalmente los que tienen como destino residuos húmedos y son de uso más intensivo por parte de los vecinos, es deficitario. Los usuarios se quejan porque dicen que es habitual encontrarse con estos receptáculos con las palancas rotas o que funcionan mal, haciendo imposible abrirlos y cerrarlos adecuadamente, otros se van “descuajeringando” por el accionar de los camiones recolectores y el propio paso del tiempo. Frente a esto, hay quienes optan por dejar los restos a un costado y se van generando montículos que son especies de “llamadores” para que se siga acumulando basura.

También hay residentes que reclaman que los contenedores no suelen ser higienizados con la debida frecuencia que establecen los contratos y por lo tanto, no es raro que salgan de ellos olores nauseabundos, fundamentalmente en verano cuando las altas temperaturas contribuyen a una descomposición más acelerada de la materia orgánica que yace dentro de ellos.

Por último, no se puede desconocer que los contenedores son puntos donde hurgan personas que buscan rescatar algún material que les pueda servir y en esa tarea suelen dejar aquello que descartan desparramado en la vereda y en la calle, hasta hay individuos que los utilizan como “sanitarios” ante la ausencia de baños públicos.

Ahora se han sumado hechos de vandalismo y hay vecinos que están denunciando que los incendian. 

Entre hábitos inadecuados, falta de mantenimiento, malos tratos y vandalismo al que están sujetos los contenedores, la convivencia con ellos se transforma en algo traumático, fundamentalmente para los residentes que deben padecerlos frente a sus domicilios, comercios o empresas.

Las autoridades van tomando tomando nota y gestiona con la empresa los reclamos, algunos  corren mejor suerte que otros. Sin embargo, resulta imprescindible poner una mirada más amplia sobre estas problemáticas para darle una solución integral. En zonas céntricas de la ciudad están utilizando otras metodologías, ya sea porque los contenedores están enterrados o se utilizan receptáculos con mecanismos más infranqueables que evitan el desparramo de basura. En nuestros barrios estos sistemas nunca han sido implementados y por lo tanto seguimos con los viejos y en innumerables casos, maltrechos contenedores negros.