El 15 de marzo por la tarde/noche vecinos de distintos puntos del barrio cortaron el carril mano al Cid Campeador de Av. San Martín y Nicasio Oroño para reclamar por la falta de luz. Este panorama se vuelve a repetir y es una película repetida de todos los años, puede afectar en diciembre, noviembre, enero, hasta en meses de invierno, pero este 2023 se dio principalmente en marzo por la duradera e intensa ola de calor.
Vecinos están sufriendo cortes de hasta 13 días sin luz, agua y sin respuesta de la compañía eléctrica.
El único accionar que ven los habitantes es salir a la calle y visibilizar el problema para ejercer presión para que las autoridades y la empresa tomen cartas en el asunto y además que los medios de comunicación hagan eco del reclamo.
El malestar se amplifica cuando a los usuarios les llegan los aumentos de la boleta por la quita de subsidios.
Los reclamos de los vecinos son angustiantes, como por ejemplo: un comerciante cuenta “Tuve que tirar la comida porque se me pudrió”; un chico reclamando “hace tres días que no puedo dormir por el calor que tengo”; una mamá angustiada que explica que ni siquiera tiene ni agua para refrescar a sus hijos con este calor.
Se anuncian ostentosas multas para las empresas prestatarias que no cumplen con el servicio -aunque nunca sabemos si esos pagos se hacen efectivos- y se amenaza con sacarles la concesión.
Todo está puesto al límite de la tolerancia: el sistema de servicios públicos y la paciencia del vecino que a raíz de la confluencia de múltiples factores ve deteriorarse cada vez más su calidad de vida.
Las altas temperaturas, los cortes de luz, los alimentos que se ponen en mal estado, la falta de agua aparejada porque las bombas no pueden abastecer los tanques de reserva, las condiciones de salubridad que desmejoran conforme pasan las horas porque la limpieza sin agua se hace difícil de sostener, no solo desordenan la vida de las personas, las llevan a situaciones límites y a un desgaste físico que termina, en algunos casos, traduciéndose en enfermedades.