El origen de este día no podría ser más triste y dramático. Conmemora un 8 de marzo de 1908, cuando un grupo de 129 mujeres murieron masacradas en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. Ellas pedían la reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas tareas, las malas condiciones de trabajo que padecían y por la eliminación del trabajo infantil. En respuesta a la planta ocupada, el dueño de la empresa prendió fuego al edificio y se trabaron las puertas para que las trabajadoras no pudieran salir.
Este día, para honrar su memoria, fue propuesto en 1910 en un Congreso Internacional de Dinamarca como Día Internacional de la Mujer, y las Naciones Unidas en 1977 sumaron su apoyo a la celebración con la adhesión de numerosos países.
Biológica, psicológica y espiritualmente las mujeres somos felizmente diferentes a los varones, lo que nos permite la complementariedad con las personas del otro sexo. Sin embargo, socialmente a lo largo de la historia la mujer fue y en muchas culturas aún hoy es postergada, sometida y dominada por los hombres.
En la lucha por la libertad y la igualdad de género en occidente se vive un momento bisagra donde se está dando una verdadera revolución que seguramente marcará un antes y un después. Pero no hemos llegado a estas instancias por acción espontánea. Hubo millones de mujeres que pelearon y murieron en nombre de esas reivindicaciones.
Y aún estamos muy lejos de lograr el ideal, sobre todo en nuestro país donde muere una mujer cada 23 horas víctima de femicidios, se reproducen constantemente abusos y actos de violencia contra mujeres y niñas, hasta la aberración que el propio Estado somete, tortura -dicho por la ONU- y vuelve a violar todos los derechos de una niña de tan solo 11 años obligándola a seguir gestando hasta el punto de poner en riesgo su propia vida y haciéndola parir una criatura fruto de una violación sufrida por parte de la pareja de su abuela, cuando la ley manda (desde 1925) a interrumpir esa concepción de manera inmediata a la presentación de la víctima en un centro sanitario.
En el mundo del trabajo la mujer también estamos lejos de alcanzar la igualdad de género, tanto en niveles de remuneración como igualdad de oportunidades en los puestos laborales, sobre todo en los cargos gerenciales.
Mientras esta sea nuestra realidad, lo único que las mujeres podemos celebrar es nuestra lucha, incansable e imparable hasta alcanzar nuestros objetivos: NI UNA MENOS y la reivindicación de nuestros derechos a la LIBERTAD e IGUALDAD DE DERECHOS en todos los ámbitos con las personas de otro género.