Despunta el mes de enero y el dulzor del pan dulce se continuaba con la esperanza de la llegada de los Reyes Magos.
El pasto y el agua para los camellos eran la llave de nuestras infantiles ilusiones y el despertar hacía que la pelota pedida fuera la recompensa a nuestro hacer y esperar.
Quizás no fuese " la número 5" soñada, esa con tiento y cuero duro que había que engrasar, esa que cuando cabeceábamos quedásemos medio aturdidos.
Si "los Reyes" no andaban muy bien de fondos, "la Pulpo", esa rayada de rojo y amarillo o blanco era mejor que la de trapo.
Tiempos hermosos y tiempos duros, tanto que muchas veces tuvimos que compartir con el amigo al que su carta "no llegó a los Reyes" pero que juntos saboreamos la alegría de ese 6 de enero compartiendo lo recibido.
Todo era ilusión, todo era inocencia, todo hasta que llegaba el momento de "avivarnos" y saber que esos Tres Reyes era Dos, esos Dos que hasta hoy hacen que todos los días sean "6 de enero", tanto para quienes los tienen a su lado o en su corazón.
Gracias por "la número 5", la Pulpo y el beso de siempre y por y para siempre.