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15 de octubre 2012
FESTEJOS POR LOS 108 AÑOS DEL HOSPITAL TORNU
La historia de una institución está hecha por los grandes esfuerzos
Escribe: Diego Kaúl
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El 12 de octubre en el marco de las XXXVI Jornadas Cinetifícas se festejó el 108 aniversario del Hospital General de Agudos Enrique Tornú (Combatientes de Malvinas 3002) con una ofrenda floral al busto del Dr. Tornú; posteriormente se realizó en el Aula Magna del Pabellón Administrativo una conferencia a cargo del señor Alejandro Fensore; Historiador, Investigador y escritor, miembro Académico del Instituto Belgraniano de San Miguel. Columnista de la Revista “Todo es Historia” y columnista de radio y televisión; ha recibido diversas distinciones en reconocimiento a su labor por la divulgación de la Historia Argentina.
La charla titulada "La historia del Hospital Tornú y su relación con el barrio", se desarrolló en el marco de la "Conferencia Oscar Aguilar". Fue una charla amena, en donde el historiador fue recibido cálidamente por las autoridades del hospital.
La Sociedad Científica del Hospital Tornú funciona desde el año 1918 a instancias del Doctor Raimondi que fue el segundo Director del Tornú durante 34 años.
A partir de ese momento se produce un movimiento académico de la Sociedad Científica que trata de unificar todos los conocimientos y trata de estimular todas las actividades académicas del Hospital.
Todavía se conserva el primer libro de actas de la entidad que data del año 1918, esto da una idea de su peso histórico. Todos los años se organizan las Jornadas del Hospital Tornú en donde participan profesionales de otros hospitales, por los conocimientos de Neurotisiología que es la especialidad de este centro de salud. 

Enrique Tornú
Tornú nació en Buenos Aires el 1 de septiembre en 1865. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y recibió su certificado de bachiller de manos del doctor Amancio Alcorta en 1886. Al año siguiente ingresó a la Facultad de Medicina donde cursó los tres primeros años de la carrera hasta 1889, cuando fue designado segundo secretario de la Legación Argentina de Francia, y resolvió seguir los estudios en dicho país. Los realizó en la Facultad de Ciencias Médicas de Burdeos, practicó en el Hospital de San Andrés y se vinculó con el profesor Pitres, discípulo preferido de Charcot y creador de una gran escuela neurológica.
Había llevado a Francia la representación del Círculo Médico Argentino y en las páginas de sus prestigiosos Anales publicó artículos con novedades y comentarios de indudable interés profesional, a la par de sus primeros trabajos de orden científico.
Su tesis de graduación, Des operations qui se practiquent por la voie sacree, que data de marzo de 1893, fue una de las más brillante de esa época y resultó laureada con en premio Golard.
En 1894 regresó a Buenos Aires y, después de revalidar su título, ejerció la medicina rural en el pueblo de Vaccarezza (Provincia de Buenos Aires). Luego comenzó a desempeñarse como jefe de clínica del servicio de ginecología del doctor Enrique Revilla, en el Hospital San Roque y en el Hospital Francés, a cuyo cuerpo también perteneció. Su trabajo en estas instituciones le dio gran prestigio como cirujano.
En 1865, el médico francés Jean Antoine Villemin había demostrado experimentalmente la transmisibilidad de la tuberculosis, su naturaleza infecciosa y contagiosa. En 1882, el gran bacteriólogo alemán Robert Koch descubrió el bacilo (microorganismo que aparece en forma de filamentos y por lo general formando grupos) causante de la tuberculosis, esclareciendo definitivamente la causa de la enfermedad.
Desde siempre Tornú se había interesado por los temas relacionados con la tuberculosis. Sabía que en Europa estaban dando buenos resultados las llamadas curas de aire y se abocó entonces a la tarea de establecer qué región de la Argentina poseía condiciones aptas para la cura climática.
Esta empresa lo obligó a abandonar todas las actividades profesionales que venía desarrollando con éxito y a alejarse de su hogar para pasar una larga temporada en las sierras de Córdoba. Trasladándose de un paraje a otro, alojado en tiendas de campaña y privado de las elementales comodidades, además tuvo que luchar contra la falta de cooperación y la indiferencia general.
Las estadías en algunos lugares de la provincia de Córdoba, sobre todo Cosquín, ya eran considerados beneficiosos para los afectados por la tuberculosis. Pero al recorrer algunas de estas zonas, Tornú verificó que no existía ningún criterio racional para la elección de los lugares de cura, que los pacientes no cumplían regímenes de vida adecuados, que su permanencia era casi siempre demasiado breve y que no se adoptaban medidas higiénicas y profilácticas de ninguna especie. Tras concienzudos y activos estudios pudo hallar los factores ecológicos que estimaba favorables para mejorar el tratamiento de este mal que ya empezaba a constituir un serio problema en la Argentina. Después de adquirir los conocimientos y el dominio técnico indispensable, Tornú llegó a la conclusión de que la más importante arma de lucha contra la tuberculosis era la educación popular. Además sugirió la creación de sanatorios y la fundación de una liga contra la tuberculosis.
Con esta base, estructuró un plan general de lucha antituberculosa, que contenía dieciséis normas profilácticas, destinado a ser puesto en práctica en todo el país, y cuya aplicación fue iniciada por él durante su permanencia en Córdoba. La importancia asignada que le asignó a la educación popular lo condujo, en 1899, a fundar la revista La profilaxia. Sus conclusiones aportaron a la ciencia una contribución de gran valor, que quedó documentada en sus libros Climatología médica de las sierras de Córdoba, La cura de altitud, y Apuntes sobre tuberculosis y sanatorios, dados a conocer en 1901.
Enfermo de tuberculosis, entonces incurable, el doctor Enrique Tornú se quitó la vida en Buenos Aires, el 23 de agosto de 1901, a los 35 años de edad. Tres años después por iniciativa de un grupo de médicos, se puso su nombre al primer establecimiento construido especialmente para el tratamiento de los enfermos de tuberculosis.  

Reseña Histórica del Hospital:
En 1901 la ciudad de Buenos Aires, con 850.000 habitantes, tenia miles de personas con tuberculosis que deambulaban, penaban y morían en precarias y miserables viviendas. La mortalidad por tuberculosis era de 20,9/10.000 habitantes.
Luego de un largo camino, el 8 de octubre de 1904 se inaugura el Sanatorio Dr. Enrique Tornú, primero en la ciudad para la internación de pacientes con tuberculosis, siendo su director el Dr. Emilio Coni. El Hospital debe su disposición a que el tratamientos de la tuberculosis se basaba en la "Heleoterapia”: los pacientes tomaban sol en las amplias “galerías
de cura”. Tenía dos pabellones con 100 camas para hombres, unidos por su parte central y comunicados por pasadizos cubiertos, y un edificio para la administración y otros servicios. El ingeniero Carlos Thays diseña los jardines con árboles que florecen durante todo el año.
Rodeaba el terreno un muro de 2,5 metros de altura. En 1912 se construyen dos pabellones para mujeres, elevando a un total de 224 camas. En 1925 se inaugura el Pabellón de Maternidad y Lactantes para enfermas tuberculosas, el primero y único en el país. En 1926 se
remodelan los pabellones y se los hace de 2 plantas y se construye el denominado “Provincias”. En 1934, se construye el Centro de Investigaciones Tisiológicas (CITI), donde hoy funciona el Instituto de Investigaciones Médicas “Alfredo Lanari”. En 1987, por ordenanza
41.797, decreto 293 se transforma en “Hospital General de Agudos Dr. Enrique Tornú”. Se inicia la modernización y construcción de nuevas salas de internación, guardia y otros servicios, durante la dirección del Dr. Agustín Bartomeo en 1993.

La historia de una institución está hecha por los pequeños y grandes esfuerzos cotidianos de cada una de las personas que trabajan con amor y dedicación hacia su tarea, las personas que necesitadas de asistencia concurren a diario al hospital y la sociedad en su conjunto, que al enfrentar los desafíos que surgen a través del tiempo, la van modelando.
Lamentablemente, los agentes sanitarios, no tenemos el hábito de contar nuestra realidad y por lo tanto queda enmarcada en el imaginario popular alimentado por algunos literatos, por el cine o la televisión.
 El hospital es un ámbito tan grande que agrupa personas con distintas capacidades profesionales, niveles culturales, situaciones económicas pero que mancomunadas en el bien común sostienen a la institución. Sin embargo la enfermedad como vínculo conector entre la vida y la muerte, asociación inseparable del que hacer asistencial dan el marco, entre la
felicidad y el sufrimiento, donde transcurre su vida el personal sanitario. Vaya para todos ellos un cálido reconocimiento.

Extracto del trabajo: “Reseña histórica del Hospital General de Agudos ‘Enrique Tornú’”. Autora: Alicia Beatriz García