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30 de agosto 2012
EL BOXEADOR ALBERTO MELIAN EN LOS JUEGOS OLIMPICOS
De Paternal a Londres
Escribe: Pablo Pilanski
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Alberto “Impacto" Melián, un pibe de La Paternal de 22 años, que cumplió uno de sus sueños y logró llegar a los Juegos Olímpicos para representarnos a todos, pelea en la categoría amateur de hasta 56 kilogramos, nos da una clase de vida.

¿Cómo fue la llegada a Londres?
Nosotros llegamos el 21 de julio a Londres, pero quince días antes fuimos a un campo de entrenamiento en Belfast, Irlanda, a prepararnos con boxeadores de Cuba, de Puerto Rico, etc. y ahí estuvimos entrenando. Hacíamos todo ahí adentro, y no nos movíamos. Sábado y domingo también: nos acostábamos antes de las doce de la noche. Cuando llegamos a la Villa Olímpica éramos los primeros deportistas argentinos en llegar. Algo muy loco que nos pasó fue que nos pusieron un micro de dos pisos para Sarbelio Fuentes (el entrenador), Yamil Peralta (el otro boxeador que nos representó) y yo. Entrenábamos y volvíamos y era todo terrible.… En el comedor los tipos de comida estaban divididos por continente, y vos elegías qué querías comer: si querías algo americano ibas a un lugar, y si querías algo asiático ibas a otro.

¿Pero comían todos mezclados?
Claro, era un comedor gigante. Vos ibas a servirte con tu bandejita, y había hasta un McDonald's gratis, como todo en la Villa Olímpica. Después también tenías Internet, juegos de pool y nosotros teníamos en el primer piso de nuestro edificio una especie de ciber, que puso la empresa Telecom, con teléfonos para que pudiéramos llamar gratis a nuestros familiares. En otra habitación había una PlayStation también para jugar.

¿Fue una experiencia muy loca cruzarse con deportistas de renombre?
Sí, de repente salí de acá, de estar con mis amigos en el barrio y fui allá a mirar un partido de Roger Federer en el hotel y tener al lado a Manu Ginóbili, (Luis) Scola y (Andrés) Nocioni hablando conmigo sobre tenis y comentar: "tenía que haber hecho esto o lo otro". Por ejemplo estaba jugando a la play con Yamil y vino David Nalbandian –yo lo vi y me quedé re impactado- y viene y dice: ¿"Chicos, están jugando? Después vengo y jugamos un partido". Lo saludé y veo que Yamil no había prestado ni atención porque estaba haciendo la formación del equipo. Así que le dije: ¿Viste quién era? ¡Era Nalbandian! Toda gente muy común, muy humilde, y ahí te das cuenta que son atletas como todos, a pesar de la fama que tienen.

¿Te hiciste algún amigo?
Sí, con los chicos de Handball. Ibamos a todos lados con ellos. Nos sentábamos a comer juntos. La mejor onda, con todos. Fue una locura en ese sentido. Vimos a los jugadores de básquet de Estados Unidos, a Serena Williams (NdeR: quien logró el Slam dorado este año, al obtener la medalla de oro y todos los Grand Slams), con ella cambiamos el pin de los países. Tratamos de no molestarlos, la gente está loca por ellos, entonces intentamos que todo sea muy natural, aunque todos querían fotos.

¿Con las chicas cómo te fue? ¿fuiste soltero?
Sí, fui soltero, pero allá la verdad nada. Estábamos muy concentrados en lo nuestro. Es más, el día que peleé me quedé re caliente y no quería saber más nada porque me preparé un montón, me privé de mil cosas, ¿para perder en la primera? -hace un gesto de disconformidad consigo mismo-, ya después de eso me quería volver. Ya ni salía de la habitación, pero me dijeron "tratá de disfrutar" y me levantaron el ánimo. Con Yamil pasó lo mismo, cuando perdió teníamos ganas de volvernos.

¿Cuánto tiempo te quedaste después de tu pelea?
Nos ofrecieron quedarnos hasta el 12 de agosto, que fue la ceremonia de cierre, pero a nosotros el 8 nos preguntaron qué queríamos hacer y dijimos que queríamos volver lo antes posible.

¿O sea que no había una obligación de volverse rápido por los costos, como se dijo en algunos medios?
Para nada, nos podíamos quedar, pero ya habíamos gastado la plata en recuerdos y ya era todo rutinario. Siempre estábamos con nuestro profesor y a la noche nos quedábamos en las computadoras.

Con respecto a la pelea ¿qué nos contás?
Fue pareja. En el primer round no nos podíamos conectar ninguno de los dos, pero ya veía que él no podía. En el segundo me saca un punto de diferencia y cuando termina mi técnico me dice que sólo estaba dos puntos abajo. Entonces traté de ir a buscarlo, pero me conecta un gancho abajo y me deja sin aire. Me cortó mal, al hígado, con su mejor mano, y ahí ya no podía despegar mi mano de la zona porque estaba sin aire. En el último round se fue lejos con el puntaje, pero me parece que él ahora ya me conoce, y ahora cuando se enfrente a un argentino va a tener más respeto, porque antes nos ganaban caminando. Además, siento que como experiencia me sirvió, perdí la pelea pero me abrió la mente y la visión.

Cuando te digo Sergey Vodopiyarov, ¿qué se te viene a la cabeza?
Le veo la cara y tengo ganas de pelearlo de vuelta. Es que apenas me bajé del ring tenía ganas de pelearlo en ese momento, porque si hubiéramos peleado diez veces le ganaba nueve.  Un día antes de la pelea me entero que compito contra Rusia y ya sabía quién era él, porque en 2007 salió campeón del mundo. Y en ese momento aprendía de él: miraba sus videos en internet y trataba de copiar de sus movimientos. Pero bueno, prefería perder contra uno bueno que avanzar en una llave contra rivales fáciles. Quería que me toque Rusia, porque era el más fuerte. Si ganaba quería ganar a lo grande.

¿Cómo manejaste la derrota? ¿Se está preparado para perder en un Juego Olímpico?
No estás preparado para perder en ninguna competencia. Voy a todas las competencias a salir campeón, porque sino no voy. He perdido en las primeras peleas y, si bien te dan descanso, uno quiere volver a pelear enseguida. Por lo menos lo que me pasa a mí es que aprendo un montón en la derrota.

¿Cuál es tu próximo objetivo?
Ahora apunto a los próximos Juegos Olímpicos. Mucha gente ya me quiere ver en el profesionalismo, porque ya tengo bastantes peleas (NdeR: se necesitan 40 peleas y él ya tiene 60). El tema es que ya fui cuatro veces campeón argentino y se me complica conseguir rivales, porque piden plata para enfrentarme. Si bien es difícil pasar a ser profesional, ya me armarían una carrera. Hay gente de afuera que me quiso contactar: de Estados Unidos, de Italia, de varios países, y dije que no, porque primero me quiero ir con gloria del boxeo amateur. Tanto yo como Yamil porque los dos somos jóvenes todavía.

¿Con respecto a lo económico, cómo te manejás?
Cobramos un sueldo que son becas de parte de la Secretaría de Deportes y del Enard, que nos está ayudando ahora por el tema de los Juegos y de ser olímpico. Hay países que no reciben ningún apoyo, pero también hay algunos que están mucho mejor. Por ejemplo, tuvimos la suerte de hablar con un chico de Venezuela, nos dijo que por la clasificación el gobierno de Hugo Chávez le dio un departamento. Otro ejemplo es que antes del Preolímpico en Río de Janeiro nosotros fuimos a Cuba con los de Venezuela, quienes llevaron titulares y suplentes y cuatro técnicos, cuando nosotros llevamos sólo titulares. Nosotros nos volvimos un mes acá y después fuimos al preolímpico, en cambio los venezolanos se iban a Francia, a una gira por Europa, México, Cuba y después sí a Río. Entonces lo que digo es que la materia prima Argentina la tiene, pero necesitaríamos un poco más de fogueo para estar a la altura de grandes boxeadores. Igualmente estoy re contento con la ayuda del Enard, porque desde 2010 con los Juegos Sudamericanos, que saqué medalla de plata, me están dando beca, y con cada logro te la aumentan un poco. Todo suma, y si te fijás, todos tenemos el físico, pero la táctica y la experiencia es lo que te va a hacer ganar una pelea.

¿Qué se siente representar al país y poder llevar con tus actuaciones el nombre de Argentina bien alto?
Mucho, porque no es sólo que lo estoy representando, sino que hago lo que me gusta. Me peleé con mi familia para boxear, lo dice al lado de la madre, que viven juntos. Estaba becado en el Club Scholem Aleijem (actual Sholem Buenos Aires) y ahí hacía vóley y fútbol. También jugué al fútbol en AFA en Ferro, All Boys y Argentinos Juniors y venía bien, pero veía más boxeo que fútbol, así que agarré y de un día para el otro quise dejar, y dejé la secundaria en primer año. Mi viejo, Jorge Alberto, era boxeador y yo siempre fui un apasionado por esto. El cuando salió campeón argentino me alzó en hombros en el ring, era muy chiquito. A veces en festivales de boxeo, a los cuatro años, me subía al ring y tiraba piñas. Siempre me iba desde la cancha de mi club de fútbol al gimnasio de mi papá y manopleaba mejor que cualquier pupilo de los que él tenía. Así que poder cerrarle la boca a muchos que me decían que no iba a poder ser como mi papá o me veían y decían que me faltaba mucho es muy motivante.

¿Qué es lo que más te motiva a la hora de pelear?
Mi familia. Siempre pienso que tengo que ganar por ellos. Porque ellos hacen mucho por mí, todos los días. Muchas veces dejan todo de lado para verme pelear, aunque lo haga en cualquier parte del país. Económicamente estoy bien, y podría salir a trabajar, pero esto lo hago por pasión, no para ser millonario. Quiero lograr la gloria, quiero obtener todos los títulos, ya sean profesionales o amateurs.

¿En qué quedó la secundaria? ¿Pensás volver?
Bueno, mis amigos me dijeron el otro día: "Pensar que dejaste para ir a correr a la mañana y mirá ahora dónde estás". Yo retomé el colegio y pasé a segundo año, pero por temas de viajes tuve que dejar de vuelta porque no podía con todo. Hablé con la directora y me dijo que ahora podía retomar segundo año nuevamente, así que voy a ver cómo lo hago, porque también quiero tener ese título, el de la secundaria. Lo que pasa es que el diploma del estudio cuando lo lográs no te lo saca nadie, en cambio el título mundial va a haber un día en que venga uno y te lo saque. Pero el de la escuela hay que tenerlo, es esencial.

¿Qué sentís por el barrio?
Sólo agradecimiento a la gente que lo compone, porque siempre caminé el barrio y desde que empecé a boxear alguien se me acercaba y me preguntaba "¿Qué hacés, campeón? ¿Cuando peleás?", y ya que alguien se esté preocupando por vos y esté prestándote atención te llena el corazón, y el modo de agradecerles todo eso es que subo al ring con la camiseta de Argentinos. Cuando no me dejan en las peleas internacionales lo que hago es dejarla en el vestuario y que me espere ahí, como una cábala también y siempre digo que es para la gente del barrio, que de chiquito me vio caminar y hoy ya me ve crecer. Todos mis amigos son del barrio: porque vamos a jugar a la pelota o por haber ido a la escuela. La verdad que no caigo, porque soy un pibe normal, igual que todos. Pero lo que les quiero decir a todos es que estoy mucho más feliz aquí estando allá (en Londres), ¿me entendés? Estoy mucho más feliz, más tranquilo. Y cada paso que doy acá en La Paternal lo doy con pasión, porque no sé si el día de mañana voy a estar acá o en cualquier país del mundo, lejos de la familia.