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22 de julio 2015
LO QUE DICEN LAS ENCUESTAS
¿Qué hace el porteño en su tiempo libre?
Escribe: Nadia Brenda Salva
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Cada vez es mayor la importancia que se le otorga a los estudios sobre la utilización del tiempo libre y consumos culturales de la población, los cuales son requeridos tanto desde el ámbito público como privado. Y ello es a partir de la creciente relevancia de las industrias culturales y del ocio en la vida cotidiana y como potente sector económico. Estos estudios indagan acerca de cuáles son los hábitos, las prácticas y los consumos culturales que se prefieren y cómo se distinguen los diferentes grupos sociales de acuerdo a las actividades que eligen para sus momentos de ocio y a los bienes culturales de los que se apropian, y cuáles son las barreras concretas y simbólicas para el acceso a dichos bienes.

Internet lidera cualquier otro tipo de ocupación ociosa del porteño. La televisión va por el segundo puesto y el tercero en el podio es para la música. Que no se confunda el término: el porteño escucha mucha música. Y no es para menos, los dispositivos electrónicos están a la orden del día, entre mp3, mp4, Ipads, tablets y celulares inteligentes, ya es raro no ver que en el transporte público alguien no esté sumergido en un mundo aparte que condensa cualquier celular de mediano a último modelo. Esa es otra de las tareas ociosas: el celular y toda su amalgama. Las redes sociales, las fotos, las actualizaciones, los videos y el gran último invento masificado de la comunicación, el Dios Whatsaap. Por eso la pregunta incómoda a aquel que se resiste al cambio: “¡Cómo que no tenés Whatsaap!”... ¡Tampoco Facebook ni Twitter!

“Una encuesta muestra lo que la gente hace pero, sobre todo, lo que dice que hace. A veces una cosa no coincide con la otra: uno puede decirle al encuestador que va al teatro porque le parece bien hacerlo, aunque haya ido a uno por última vez para ver a un jovencísimo Miguel Angel Solá desnudarse en Equus. Lo mismo ocurre con los libros. De cualquier modo, eso habla de una valoración positiva de la cultura, rastros de un país que construyó su identidad en la escuela pública y donde el ascenso social se medía por el acceso a la Universidad. Si las respuestas fueran: "no, no voy al teatro ni al cine ni me interesa ir" el perfil de la Argentina sería muy distinto”, dice la periodista Patricia Kolesnicov cuando escribió su gran artículo sobre el tiempo libre del porteño.

Hasta hace diez años, muchos evitaban decir que iban a recitales o presentaciones culturales organizadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como si esto fuera una marca del nivel socieconomico de la sociedad, pero actualmente, ha crecido enormemente el número de personas que afirma ir a eventos organizados por el estado. Para mencionar algunos de ellos: la noche de los Museos o la noche de las librerías en Avenida Corrientes, congrega a miles de visitantes por jornada que consumen esta cultura que dejó de ser exclusiva de sectores agraciados, para transformarse en populares.
Así se imparte la cultura, no restringiendo consumidores por sus ingresos o su estrato social.
Un fenómeno similar sucede con el consumo de cine en la ciudad de Buenos Aires. Y se trata de la brecha que divide al público de las grandes salas de cines -mega empresas estacionadas en la ciudad- y las salas de precios populares que congrega las producciones nacionales, caso INCA.
La experiencia de quien escribe dicta que las salas del Gaumont de Congreso, se completan en menos de dos horas los días sábados y domingos respectivamente y que ese público es perfectamente heterogéneo con predominancia de un rango etario juvenil / estudiantil.


"Cuando se habla de literatura, cine y teatro —dice el sociólogo Luis Alberto Quevedo, uno de los responsables de la muestra nacional— hay que entender que tenemos pocas personas que consumen mucho. Esto permite entender que ciertas muestras de teatro tengan una alta concurrencia o que ciertos textos se transformen en fenómenos editoriales".

Es indiscutible que la ciudad de Buenos Aires tiene la mayor concentración de cines, teatros y librerías del país. La oferta variada y diversa de la ciudad produce resultados bien diferentes: en la encuesta específica de la ciudad, sólo el 2,7 dijo que nunca va al cine. Los que van, además, dijeron en un 48,8 por ciento que lo hacen en los shoppings y 27,3 en complejos dedicados exclusivamente al cine. Atrás quedaron los tiempos de Lavalle (8,6) y de Corrientes (5,2).

Casi más de la mitad de los entrevistados aseguró leer, una porción de ellos lo hace en el camino de casa al trabajo y a la inversa, y el otro grupo solo en su casa.

Principales definiciones:
Tiempo libre: es aquel que queda antes o después del trabajo, las necesidades y las obligaciones. El que se emplea en lo que uno quiere o el tiempo destinado al desarrollo físico e intelectual. Su rasgo diferencial es que se trata de un tiempo recreativo el cual puede ser utilizado por “su titular” a discreción.
Hábito de realizar una determinada actividad: indicador genérico que recoge el modo habitual de comportamiento ante diversas actividades y no está asociado, necesariamente, con su realización en el período de referencia de la encuesta. En el cuestionario se indaga sobre el hábito relacionándolo con el tiempo libre que dispone el entrevistado.
Práctica de una determinada actividad cultural: indicador relativo a la realización o no de una determinada actividad cultural en un período concreto y de su intensidad (cantidad de veces que ha realizado la actividad en el período de referencia). Se consulta acerca de la práctica cultural externa
(la que se realiza habitualmente fuera del hogar) y la doméstica (actividades, que por su naturaleza, suelen realizarse dentro del hogar).