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30 de julio 2012
AQUELLA ANTIGUA BUENOS AIRES
Caminar sobre la historia es comprender como somos y de donde venimos
Escribe: Ivanna Marisa Rodríguez
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Muchos somos los que habitamos esta gran ciudad, aldea en un principio luego convertida en gran metrópolis, y desconocemos sus edificaciones, personajes que la habitaron y de ser así olvidamos donde hoy estamos situados.
Es raro lo que nos sucede, pero cuando tenemos la oportunidad de viajar hacia otras ciudades, dentro o fuera de nuestro país, nos sorprende cada elemento que cruzamos en su visita. Examinamos con ojos de turistas e interrogamos al guía que tenemos frente o en algunos casos adquirimos libros o folletos que reseñen el tema.
Lo que hoy somos tiene sus raíces en algunos años atrás. Lo que hoy pisamos en nuestra ciudad también.
Alguna vez nos preguntamos qué hay de los cimientos de ciertas construcciones. ¿Dónde están, dónde han quedado, qué hay hoy en lugar de estos? Quizás si camináramos observando y fijando en nuestra retina como una fotografía, nos daremos cuenta qué hubo y que hay de aquella antigua Buenos Aires.
En alguna ocasión hemos tenido en nuestras manos fotografías de épocas pasadas y seguramente nos llamó la atención de fijar ciertas cosas que en la actualidad ya no están.
Esto nos produce inquietud y hasta en algunos casos visitar la zona para sentirnos partícipes de lo que en algún momento estuvo.
Mucho es lo que quedó oculto, quizás bajo las calles, avenidas, viviendas. Son testigos los túneles que fueron construidos por los padres jesuitas para unir edificaciones y hoy los exploramos y revelamos que fue de aquellas épocas.
Lugares de paseos en los días veraniegos que por las noches no eran pocas las familias que asistían a la zona para disfrutar de un baño nocturno en el río. Si hoy lo haríamos sería sobre su asfalto, su relleno que sirvió para cambiar la fisonomía de la ciudad.
Grandes caudales de agua que apestaban la población y que entubados en el presente desbordan aún las amplias avenidas en épocas de lluvias.
Avenidas que guardan pruebas y que hoy las transitamos sin pensar que por allí atravesaba el río.
Mansiones de familias aristocráticas que lucían de etiqueta en una sociedad afrancesada, que con los años y el paso de sus generaciones, fueron derrumbadas sin pensar que con el tiempo se transformarían en paseos para grandes y chicos.
Caminar sobre la historia es comprender como somos y de donde venimos. Es sentirnos protagonistas en un solo cerrar de ojos y despertar en algún lugar donde nuestros antepasados construyeron a lo largos de siglos.