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28 de junio 2012
RECUPERADORES URBANOS
Constituyen el eslabón más importante de la cadena económica de reciclado
Escribe: Matías Aspis
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La situación social en la que está inmersa la Argentina, desde hace varias décadas, moldeó el paisaje visual con el que día a día nos topamos. Si en una época Buenos Aires se vanagloriaba de ser un crisol de razas, en el presente dicho crisol pasó a ser de clases sociales.
La desigualdad social reinante en el país, adquiere mayor notoriedad en las grandes urbes como Buenos Aires. Se nos ha naturalizado el hecho de ver improvisados carros cargando todo tipo de objetos por las calles de nuestro barrio.
Fue la situación ocurrida en 2001, la que popularizó, dentro de la Capital Federal, una profesión que en el conurbano tenía larga data.
El reciclado de materiales es una cuestión de suma importancia en todo el mundo y los recuperadores urbanos  -aquí conocidos también como “cartoneros”- son un eslabón primordial pero desdeñado. Por no reconocerle status laboral a esta ocupación es que la recuperación urbana fue menospreciada y dejada de lado durante mucho tiempo.
Si bien los “cartoneros” fueron motivados por otras razones ajenas al cuidado del medio ambiente, hoy por hoy la sociedad debe aceptar su existencia como algo necesario. Su profesión es igual a cualquier otra y por lo tanto debe ser respetada, tratada y protegida como cualquier otro rubro.
A pesar de esto, estos trabajadores sufren grandes contratiempos, muchos de los cuales revisten una incoherencia inmanente.
En el marco del implícitamente aceptado co-gobierno Telerman-Macri, el 26 de septiembre de 2007 en el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad se aprobó la Resolución Nº 753 que fija sanciones para los Recuperadores Urbanos que trabajan en la Ciudad de Buenos Aires. 
A partir de esta nueva resolución los Recuperadores Urbanos deben portar obligatoriamente: credencial, guantes, pechera y cinta refractaria. “De lo contrario, serán sancionados con el decomiso del material así como los elementos que sirvan para su acarreo”. Tanto los materiales recuperados como el carro serán retenidos por el Gobierno hasta tanto el cartonero no se inscriba para obtener su credencial y los materiales de trabajo.
Por otra parte, continúa la resolución, se les podrá suspender la habilitación para trabajar como recuperador urbano por las siguientes causas: abandono de materiales, depósito de materiales en la vía pública y ocupación de aceras. Además el recuperador podrá perder automáticamente la habilitación en caso de tener sentencia firme por cualquier clase de delito cometido durante el desarrollo de su actividad.
Esta resolución aparece en un contexto de recorte presupuestario generalizado que no debe pasar desapercibido. Y que se expresa, claramente, en la falta de recursos para sustentar la adquisición de los materiales de trabajo y las credenciales que les son exigidos a los cartoneros; así como también los insumos básicos requeridos para llevar adelante la inscripción oficial, impidiendo que se cumpla con el carácter permanente e irrestricto del registro, tal como lo indica la Ley 992 que rige esta actividad.
Esto deja en evidencia, por un lado, la contradicción entre los derechos y obligaciones que la ley estipula para los cartoneros. Y por el otro da evidencia clara del costado real represivo que se sigue en este tipo de prácticas estatales dirigidas al sector en cuestión.
Es preocupante la orientación que están tomando las políticas públicas hacia los sectores postergados de la sociedad, en este caso, particularmente hacia los cartoneros, gestando un futuro de mayor exclusión y represión.
Igual que en ocasiones anteriores, lo que este tipo de resoluciones logra en definitiva es criminalizar la pobreza, y el continuo avasallamiento de los derechos básicos de una población que se ve obligada a trabajar en condiciones absolutamente precarias.

Estos trabajadores siguen sin ser realmente reconocidos e incluidos como parte integrante del servicio formal de higiene urbana de la Ciudad de Buenos Aires, tal como debería ser según lo dictamina la misma Ley 992. Esos mismos trabajadores que constituyen el eslabón más importante de la cadena económica de reciclado, contribuyen con su trabajo cotidiano al mejoramiento efectivo del medio ambiente.