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24 de mayo 2018
HISTORIAS DE BARRIO
Mayo, el mes en que la Patria cumple años
quisimos hablar de escuelas, chicos y travesuras
Escribe: Lydia Schiuma - "Foro de Estudios Históricos de La Paternal - Villa Mitre". Prohibida su reproducción sin citar la fuente.
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Con nuestra familia y en la escuela aprendemos quiénes somos, dónde vivimos, qué tenemos una bandera, un escudo, una escarapela y un himno. Es especialmente en la escuela donde vemos la bandera y el escudo, usamos la escarapela y cantamos nuestro Himno, así fue planificado y ha sido eficaz durante más de un siglo.
Junto con lograr conocimientos y entre tareas, deberes y las lógicas travesuras de la infancia se va adquiriendo responsabilidad siempre con el apoyo del hogar.
Es por eso que hoy vamos a hablar de recuerdos familiares, reales recogidos de cuatro generaciones sobre escuelas, tareas, travesuras y chicos.
Corría 1909 Lito había vuelto a casa de la escuela y no pensaba más que en jugar, tenía ocho años, cuando su mamá lo llamó y le pidió que llevara una carta y la “echara” en el buzón de Correo de una esquina cercana (en esa época esa tarea no representaba ningún peligro).
Lito salió contento, era agradable cumplir esa “orden” de mamá; llegó hasta el buzón “echó” la carta y en ese momento alguien le dijo: -Buenas tardes....
Era su maestra.... Lito se puso serio levantó la cabeza y contestó:
-Buenas tardes señorita. -¿Hiciste ya los “deberes”? Lito tragó saliva, no los había hecho, pero contestó -“Si señorita ya los hice”. -Muy bien, hasta mañana.
Regresó corriendo a casa y sin decir una palabra sacó sus cuadernos de la valija y se puso a hacer la tarea y no levantó la cabeza hasta terminarla; guardó todo, respiró hondo y recién entonces volvió a jugar.
1912. Ya estaba en 5º grado (recordemos que hasta la década del 60 el 2º grado se llamaba 1º superior y 6º al último de siete grados) un domingo los chicos de 5º y 6º grado jugaron un partido de fútbol amistoso. Ganaron los de 5º y el lunes siguiente en muchas de las paredes de la escuela apareció la leyenda: “5º 4; 6º 3” escrito con tiza.
Fueron citados los alumnos de ambos grados a Dirección y el Director les pidió que le explicaran el significado de la leyenda, le contaron lo ocurrido, les hizo borrar lo escrito y todo terminó.
Ese mismo año participaron en un torneo de fútbol y viajaron hasta Libertad (Provincia de Buenos Aires) para enfrentar al Club Midland. No conocían ni el lugar ni los horarios de trenes por lo que perdieron un tren y llegaron tarde. De acuerdo al reglamento habían perdido el partido, pero pidieron, ya que estaban allí, aunque habían perdido los dos puntos, jugaran un amistoso.
Los chicos del Club Midland les contestaron que “de ninguna manera, que habían venido de tan lejos y que iban a jugar el partido pero por el campeonato poniendo en juego los dos puntos”, dando una muestra de valores deportivos ejemplar. Ganaron los visitantes, que consiguieron los dos puntos y además para su sorpresa, ya que el club como era muy humilde, fueron agasajados con un mate cocido acompañado de muchas cosas ricas. Fue un recuerdo imborrable.
1913. El maestro del último grado de la escuela primaria resultó inolvidable no sólo por sus maravillosas clases de matemáticas, sino también por sus magistrales clases sobre alcoholismo y tabaquismo que hicieron que Lito nunca probara un cigarrillo, ni alcohol y se lo agradeció toda su vida.
Al terminar la Escuela Primaria su vida dio un giro total; debido a la enfermedad de ambos padres, él y su siguiente hermano debieron convertirse en el sostén de la familia, en pocos meses se encontraba trabajando como único empleado en un campo en San Eladio, Prov. de Buenos Aires. Sólo en un rancho con la única compañía de una yegüita y un perro y a cargo de todas las tareas.
Ese muchacho de 14 años, nacido y criado en la Capital fue conquistado por el campo. Al amanecer salía al campo, silbaba y abría los brazos, la yegüita se le acercaba. En ella iba al almacén de ramos generales y estafeta a realizar las compras y retirar la correspondencia, debía vadear un río.
Después de unas fuertes tormentas, un día al dirigirse al almacén encontró el río muy crecido, con su inexperiencia decidió cruzarlo igual, pero la fuerte corriente lo arrancó del lomo de la yegüita, Lito pensó que era su fin.
La yegüita nadando fuertemente, lo alcanzó y se quedó a su lado hasta que Lito volvió a montarse y aferrarse nuevamente, salvándole así la vida.
Pronto llegó el invierno y aunque el campo sigue siendo hermoso en esa estación, los días se fueron acortando hasta que a las seis de la tarde ya era noche cerrada y el sol volvía a aparecer cerca de las ocho de la mañana.
Era 1915, no existía la radio y desde luego tampoco la televisión. Lito comenzó a leer todo lo que caía en sus manos hasta que sólo le quedó para leer un libro de matemática, pues resultó hermosa la matemática ese invierno en San Eladio.
Cuando estaba terminando la primavera fue a visitarlo su primo hermano Atilio de su misma edad, siempre habían sido compinches.
Atilio le confesó que debía dar examen de matemática pero no se lo había confesado a su padre. Necesitaba quien lo prepare. Lito le pidió que volviera con el programa que quizás él podría ayudarlo. Y así fue, Atilio llevó el programa, Lito lo preparó y aprobó.
Así fue como Lito se dio cuenta que si Atilio aprobó, también podría hacerlo él. En el medio del campo, el rancho se convirtió en escuela. De día trabajaba y al atardecer estudiaba. Hizo el secundario libre.
En el Hospital Rawson la Sala de Cardiología llevó el nombre de Atilio.
Lito se convirtió en Ingeniero Agrónomo y sus trabajos fueron solicitados por los Museos de Londres y Moscú y algunos publicados en Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial.
Ambos habían tenido la ilusión de conseguir objetivos con su esfuerzo y lograron la felicidad de trabajar en lo que les gustaba, que es mayor que la felicidad de tener mucho dinero. Sobre todo cuando una persona se esfuerza cada uno de los días de su vida en hacer su trabajo lo mejor posible, que es como crece la Patria.
Siguieron y sigue habiendo excelentes maestros y chicos, algunos más traviesos que otros, que se hacen responsables al crecer. Pero desde luego no son noticia.
Estas historias son reales y vinculadas con vecinos de Villa Gral. Mitre los nombres y sobrenombres y localidades son auténticos.