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16 de Mayo 2016
SU INFANCIA, AMIGOS, TRAVESURAS, FAMILIA Y SU TRABAJO
Carlos Alberto Villani, un chico que nació en Villa Mitre
Escribe: Lydia Schiuma del "Foro de Estudios Históricos de La Paternal y Villa Gral. Mitre". Prohibida su reproducción sin citar la fuente.
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Carlos nació en la casa de Remedios de Escalada de San Martín (antes era Deseado).
Los padres cumplían al pie de la letra con la tradición de los "Reyes Magos" en la que su hermano y él creyeron a pie juntillas. Recuerda que los "Reyes" le trajeron un año un "Sulky-ciclo" y otro año la "alfeta".
En una de las cuatro esquinas de Gral. Artigas y Remedios de Escalada se reunían "los grandes" y en otra "los chicos".
En la calle Bufano (antes Zamudio) en la vereda de los números pares se encontraba una casa lujosa, con pileta de natación, una casa frente de mármol y portón blanco en la que vivía un chico, que iba a jugar con los demás chicos del barrio a Remedios Escalada entre Zamudio y Gral. Artigas, este chico siempre estaba vestido de traje y con zapatos de charol, los demás del grupo nunca salían a jugar con traje y usaban zapatillas "Pampero" una vez con refuerzo y otra vez sin nada.
La diferencia económica no se hizo sentir en la amistad, el niño dueño de casa los invitaba a todos a jugar en la pileta de natación.
En Remedios de Escalada y Gral. Artigas había una casa con mucho terreno; con media vereda de ladrillo y el resto de tierra, como era frecuente en la zona en esa época, los chicos como siempre, sabían disfrutar de todo. Esa vereda era la ideal para jugar a "la bolita" y ahí se reunían a la hora de la siesta. Había un señor que trabajaba de noche, si salía y les decía que no se podía dormir, se iban.
Si ese señor no salía jugaban hasta que los llamaban para ir "adentro" sus padres o hasta que la dueña de casa, que era Doña Pepa, decidiera echar agua para que el viento no levantara la tierra (el equivalente actual de "baldear la vereda") sobre la vereda húmeda ya no se podía jugar a "la bolita" y se iban.
Donde hoy está la empresa de vidrios IVA había una casa con muchas habitaciones, un día se mudó ahí una familia con un chico, que tal vez porque tenía 7 años y estaba cambiando los dientes, le faltaban muchos; en el barrio lo bautizaron "Kolinos" (¿recuerdan la marca de dentífrico que hacía la propaganda con la sonrisa Kolinos?). El no lo tomó a mal, porque en general los varones aceptaban las bromas. Pero como siempre "al nuevo" le hacían pagar "derecho de piso". Lo llamaron y le dijeron: vos "sos nuevo", y aquí es costumbre que si querés tener amigos se lo demuestres comprando caramelos para todos. -¡Sí! Dijo Kolinos… los chicos siguieron… Tenés que comprar 10 centavos de caramelos "media…", no eran malas palabras, realmente parecía una marca, pero los chicos sabían que esas palabras iban a molestar al almacenero. Al rato salió corriendo Kolinos del almacén entre las cortinas de "tiritas" y detrás de él salió el almacenero muy enojado, gritándole a Kolinos; pero cuando vió a los chicos parados en la esquina de "enfrente", entendió todo y dijo –Fueron ustedes, ya van a ver; ya no estaba tan enojado, entró y no pasó nada más.
En Remedios de Escalada entre Zamudio y Gral. Artigas jugaban a la pelota, entre todos tenían que hacer una colecta, que a veces duraba varios días para poder comprar la pelota de goma, marca "Pulpito" de rayas rojizas y blancas.
En esa cuadra vivía la dentista, exactamente enfrente de donde estaba la antigua fábrica "Virtus" (hoy en ese lugar se encuentra la fábrica "Dulce Carola"), la casa de la dentista fue la primera casa del lugar que construyeron con todo el frente blanco. Cuando la pelota caía en la casa, el padre de la dentista, la cortaba y se las devolvía riéndose. Otra vez… sin pelota. A juntar los centavitos de todos para poder comprar otra.
Cuando el tiempo y los padres lo permitían los sábados y domingos jugaban hasta la hora de cenar y después volvían a seguir jugando.
El dueño (padre de la dentista) no quería que jugaran porque tenía miedo que le ensuciaran el frente blanco. Un sábado de verano estaban jugando y el señor que tenía el frente de la casa blanco, el mismo que le cortaba la pelota y se la devolvía riéndose, a las ocho de la noche les dijo –Váyanse y no vuelvan!!!; al día siguiente vieron que alguien había mezclado "polvo de ladrillos" con agua y se lo tiraron en el frente blanco.
El dueño tuvo que hacer picar el frente para arreglarlo. Seguramente que hizo la denuncia policial, porque el autito de la policía dio vueltas muchos días por la zona, piensen que es a un poco más de una cuadra de la comisaría 41° pero nunca se llegó a saber quién fue.
Los chicos que jugaban con Carlos eran entre otros: "Tito" Argento, "Tito" Prieto y Morissetti. También cuenta Carlos que donde hoy está "Dulce Carola" fue primero el "Corralón de Materiales Gandolfi Devole" y luego fue "Virtus".
La escuela primaria la cursó en el colegio de la calle San Blas, entre Caracas y Gavilán, hace un par de años pasó por ahí la encontró abierta y pidió permiso para entrar, se lo dieron y sintió una gran emoción, que como dice el tango se siente al "cerrar (por un momento) los ojos y estar de nuevo en el último recreo", el mejor momento del día escolar…
La maestra de 4° grado, la Srta. María Ester, lo obligó (le puso insuficiente hasta que empezó a prepararse) a tomar la Primera Comunión en la iglesia de la "Asunción" en Av. Gaona y Av. Boyacá.
En 6° grado tuvo al Sr. Bonani que después fue Director de esa misma escuela de la calle San Blas, fumaba mucho. Al profesor de Dibujo lo llamaban "Palito" y recuerda entre sus compañeros de grado a Britos, Macarrone, Ríos, Demigo…
En esa época los varones usaban pantalones cortos, en invierno y verano; y a los 14 ó 15 años recién empezaban a usar pantalones largos, Carlos recuerda que su primer pantalón largo lo compró en una tiendita que se encontraba al lado de Radice.
Un día su papá salió a jugar a las bochas en el club "El Sauce" (estaba en Bufano 1870), donde se festejaban hermoso carnavales, a pocos metros de su casa se detuvo a hablar con un señor, volvió a su casa, le dio una trompada y le dijo… "cuando vuelva hablamos…"
Al regresar le aclaró que un vecino con el que se encontró casualmente se había quejado de que "molestaban en la puerta de su casa". El respeto por los demás y la palabra como documento eran las leyes del barrio en esa época.
Carlos A. Villani, como muchos chicos del barrio cursó el secundario en el colegio comercial "Hipólito Vieytes", que está en la esquina de Av. Gaona y Cucha Cucha, el Rector era el profesor De Luqui que todos los días a la hora de "la entrada" se paraba en la puerta revisando si la vestimenta era correcta, si no era así, los mandaba a su casa.
Al terminar el secundario comenzó a trabajar en el guardarropa de las confiterías bailables "Tropicana" y "Mon Amour" que estaban en Boyacá y Rivadavia, regresaba todos los días a las 5 de la mañana.
Uno de esos días, el papá lo estaba esperando y le dijo: "Jovencito ¿ésta es la vida que va a hacer siempre?. A partir de mañana empieza a buscar otro trabajo". Es así como entró a trabajar en la bodega Benegas y luego en el laboratorio "Dupomar" que fabricaba Filotricina, pasta dental y otras cosas, gracias a su amigo Fusaro.
Carlos, comenzó a concurrir al "Círculo Católico de Obreros" que estaba en la calle Alejandro Magariños Cervantes, entre Caracas y Gavilán. Allí conoció a Nora (el amor de su vida, la madre de sus hijos). Un día organizaron un curso de folclore al que iba Nora. Carlos también fue y con el deseo de conquistarla, se vistió de gaucho para ir a distintas Peñas, según él dice, tal vez con demasiada modestia, él no bailaba tan bien, todo lo hizo por lograr el amor de Nora, con quien finalmente se casó.
En el Círculo Católico durante, los meses de invierno, se jugaba al chinchón, al truco y al billar; hacían también asados con Pussaro, Siciliano, Alberto Monte y otros. Finalmente en el año 2001 la Curia decidió cerrar el "Círculo".
Pero volvamos al joven Carlos recién casado con Nora. Con el afán de mejorar su situación económica había presentado su curriculum en el Banco Ganadero, un 28 de diciembre, lo llama su señora y le dice: "hoy tenés que presentarte en el banco"; Carlos pensó que era una broma del de los inocentes, pero igual se presentó… y era cierto… con eso triplicaba sus ingresos, ya había nacido su hijo.
Su trabajo era simple, dar los saldos de sus cuentas a los clientes, el preguntó ¿cuál es el puesto más alto?
Inició su carrera en la Sucursal de Olivos. Un día lo mandaron a la Sucursal de Barrio Norte, también dando saldos. Después el jefe le dijo: "faltó mi secretaria y hay que hacer un par de carpetas de crédito… ¿te animás?". El aceptó "abriendo mucho los ojos para no equivocarse".
En cuanto pudo preguntó: "como se hace la caja de ahorro". Poco a poco lo mandaron a hacer cada vez tareas más importantes, él siempre estaba alerta para atender tareas nuevas y se ofrecía para quedarse a ayudar después del horario.
Un día, se fue la secretaria del Banco y el jefe le dijo: "¿Te animás?" Desde luego se animó.
Mientras era Secretario en el Banco Ganadero, como quería hacer algunos arreglos en su casa y comprarle la cama a su hijo, que ya no podía seguir durmiendo en la cuna, empezó a trabajar los viernes, sábado y domingo de ayudante de lavacopas en una confitería.
El padre contacta a Carlos con el dueño de una compra-venta de autos. Donde le preguntan: "¿Cuánto podía ganar por mes?; él les dijo: "más o menos $180" y le mostraron un Fitito. Esa noche no pudo dormir. Al día siguiente lo fueron a ver. Pagó algo en efectivo y un talonario y medio de pagarés. Ya había nacido su hija y se fueron los cuatro: Nora, Carlos, los dos chicos y las valijas en el "Fitito" a Mar del Plata. "Fue el mejor veraneos del mundo!!!".
Iba pagando los pagarés y los guardaba en una carpeta hasta que llegó el último y el dueño de la compra-venta le vendió un Renault 12.
En el banco seguía ascendiendo, en la confitería pasó a ser mozo, con el traje blanco y los guantes parecía un mariscal, pero era tanto lo que caminaba, que cuando se acostaba los pies se le movían solos. Todo esto lo pudo hacer gracias al apoyo de su esposa Nora, que le daba la tranquilidad de que en su hogar los chicos y todo estaba muy bien cuidado, ya que Nora es extremadamente responsable.
El Banco Ganadero no tenía sindicalistas, cada 2 ó 3 meses les daba a los empleados una gratificación del 10 ó el 15% y doble aguinaldo. Un día formaron una comisión sindical, el delegado dijo que el banco debía dar el 30% no el 15%; el banco no dio más nada.
Carlos siguió su ascenso en el banco y con su trabajo de mozo, hasta que su jefe le dice: "Vos los viernes, estás muy apuradito ¿no?, me parece que ya no vas a trabajar más de mozo". Lo habían ascendido a Jefe de División de Primera, siguió unos meses más como mozo y después le dijo ¡chau! a ese trabajo. Llegó a ser Gerente del Banco transformado en el banco Santander Río hasta que se retiró.
En la actualidad Carlos se dedica a disfrutar de sus nietos como no pudo hacerlo con sus hijos debido al trabajo, sólo los llevaba a la escuela y no podía asistir a las fiestas escolares.
Disfrutaba mucho de ir a cenar con sus amigos Héctor, Roberto, Luis y otros. Ahora todavía de vez en cuando lo hace.
Pero lo más importante para Carlos Alberto Villani es cuidar a la familia: hay que saber lo que se siente cuando un viernes o un sábado por la noche los padres se acuestan pero no pueden dormirse, inquietos hasta que no ve llegar a los hijos y recién entonces poder dormir tranquilos.
Con frecuencia, cuando los hijos eran adolescentes, antes de acostarse iban hasta el "boliche" al que habían ido los hijos a "echar un vistazo", si todo estaba bien iban a su casa.