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20 de Abril 2019
OPINIÓN, CRÍTICA Y UN TOQUE DE HUMOR
Tribus Urbanas: ¿Mi Mamá me mima o mamá me molesta?
Escribe: Jesica Bond
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Tantas personas, y personajes, nos rodean que casi es tarea imposible recordar las caras y gestos que nos cruzan día tras día. Imagino todo ese rico bagaje de múltiple diversidad que nos caracteriza a cada uno.
Me propuse, no sólo por curiosidad, sacar de lo cotidiano todas aquellas personas que cumplen un rol en la sociedad. Todos cumplimos uno, pero pocos nos percatamos de ello.
He aquí, una serie de individuos, que a mi parecer y sin tener la intención de molestar a nadie, observándolos un poco más cuidadosamente encarnan un papel asombroso entre nosotros. Sumergidos en su mundo, creen no ser vistos y pasados desapercibidos, yo dejé de mirar para pasar a observar.
Diviértanse con ellos, y con ustedes…que también forman parte de “Tribus Urbanas”.
Bienvenidos a lo cotidiano!

¿Mi Mamá me mima o mamá me molesta?

Mmm…Qué complicado que es definir a alguien con el rol de mamá. Siempre dicen y a veces se escudan en la excusa de que no se tiene manual de “como ser mamá”, que cualquier otro rol en la sociedad posee sus reglas y premisas. Qué para los oficios se aprende sin dañar a nadie, que las profesiones tienen parámetros de trabajo y leyes a seguir. Y que simplemente madre se nace y se hace, sin libros de por medio, sin nada a mano, sin herramientas…Pero todas, y absolutamente todas cumplen ciertos requisitos, siempre malinterpretados por los hijos. Paso a desmentir algunas creencias que nosotros, hijos, tomamos para la chacota!

  1. “Ponete algo nene, que va a refrescar”. Todos creemos que es la profesional por excelencia en fastidiarnos. Y nunca le decimos que tenía razón cuando por la noche andamos mendigando un buzo mientras tiritamos con la piel de gallina
  2. “¿A que hora pensás llegar? No te voy a esperar toda la noche despierta”. Mentira total. Son capaces de quedarse viendo todos los documentales de Misterios de la Biblia con el solo fin de no dormirse. Solo para escuchar la puerta abrirse. Y dormir con la tranquilidad de que el trasnochado está sano y salvo en casa. Mientras nosotros enervamos con esa pregunta al son de “como me controla!!!”.
  3. “Ese chico no me gusta nada”. Y uno piensa, ¿Por qué se mete en mis asuntos personales? Nunca le decimos que tuvo razón cuando ese príncipe se convirtió en sapo y se escapó con una renacuaja. Parece ser que las mamás adquieren con el paso del tiempo una especie de sensor especial, que saca radiografías instantáneas al pretendiente de turno. O la malvada cuñada en cuestión.
  4. “Hace algo de tu vida”. Como si ver TV o salir todos los sábados es poca cosa. Si lo es, cuando ya cruzamos los veinti pico y aun estamos perdidos en la vida. Muchas veces esa frase puede sonar estilo sentencia. Y es muy parecida al “Yo te lo dije”. Y tarde o temprano…Lamentablemente tarde, pensamos en voz alta y casi nos retamos. ¿Por qué no le hice caso?
  5. “Nena, ¿Comiste algo?” ¡Siempre, pero siempre preguntan cuando no tenemos hambre! Y es esa preocupación que las mantiene alertas en todo momento. Y te explican detalle por detalle todo lo que hay en la heladera. Uno piensa, soy grandecito, se que si tengo hambre pico algo por ahí. Y llegan las 6 de la tarde, cuando un mareo extraño se apodera de nosotros, y ninguna explicación parece dar con ese malestar. Ahí mismo, en ese momento, vemos la hora…Recordamos esa pregunta que nos molestó. Y encontramos la solución al mareo…
  6. “De casa te vas cuando tengas todos lo medios”. A saber, medios son: una carrera, un titulo, un muy buen trabajo, por lo tanto un muy buen sueldo, un marido cariñoso y profesional, la edad suficiente, un techo propio, y si está el autito para los días lluviosos, mejor. Y uno vuelve a enojarse sabiendo que es una gran utopia. Y que tenemos la edad suficiente para volar fuera del nido. Y tal vez, con todos esos deseos maternos, solo nos está diciendo: Te independizas en mejores condiciones de las que puedo darte yo, porque así vas a estar a salvo de este mundo. O simplemente: que no pases por lo que yo pasé a tu edad.
  7. “¿Te cuidaste?”…¡Uy, nos golpearon justo en el centro de nuestro pequeño ego! Cómo si no supiéramos protegernos en un momento candente, como si viviéramos en un termo, o inundados de ignorancia ante un temita tan tabú como es el sexo. Levante la mano quien no se agarró la cabeza algún día después del error de no hacer caso a un tema tan simple como el de la protección. Y que situación tremenda enfrentarse a un hijo nacido del “no me cuide”. Atrévanse a decir “No le hice caso a mamá”.
  8. “Apagá la Tele si no la estás viendo, apagá esa luz si no estás en tu cuarto, cerrá la puerta de la heladera rápido…”. Ya a está altura, imaginamos que vinimos al mundo para pelear con mamá. Porque a veces exagera tanto que parece diplomada en órdenes. Y un buen día decidimos, con la edad suficiente y  unos pesos de más, cooperar pagando los impuestos de casa. Llega la factura de la luz y un nudo en el estómago presiona. Ahora sos el primero en cuidar todos los servicios que se descuentan en tu bolsillo. Pasas a entender un poco más.
  9. “Ordená tu cuarto, siempre con toda la ropa tirada por cualquier lado”. Odioso mandato. Siempre objetamos lo mismo, “en mi desorden hay orden, yo me entiendo”. Seamos sinceros, nunca encontramos nada en el desorden. Las llaves siempre dentro de una zapatilla, la remera para salir sucia en un cajón, y la billetera… ¿Dónde dejé esa billetera!? Y ni siquiera nos atrevemos a preguntarle si la vio…Sería darle la razón, y nosotros nunca le damos la razón a mamá. La billetera siempre estuvo debajo de la pila de ropa acumulada en una arista de la habitación.
  10.  “Yo no te crié así”. Y uno se revuelve entre las sábanas con la molestia de haberse ido a la cama sin cenar, solo por enojo. Y pensando efusivamente, ¿que mal le hice a ella? ¿Fue para tanto la pelea y el castigo? Cuando ya de la bronca va para el baño el castigado. Pasa por el cuarto de mamá y papá y escucha desde boca de la madre: “Tendrías que haberle visto la cara, se re asusto, ja ja”…Ahí entendemos que acabamos de tener una lección. La mentira tiene patas cortas. Tan cortas que es solo un viaje al baño.