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20 de abril 2012
¿Qué es el Neoliberalismo y dónde lo veo yo en mi día a día?
Escribe: Pedro Santis
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Desde estas páginas varias veces hemos levantado la bandera de la autonomía, de la libertad, de una sociedad más justa e igualitaria. Desde distintos ámbitos y acciones nos lanzamos a la conquista de tales anhelos.
En todas aquellas notas y comentarios, varias veces nombramos, como el causante de las miserias y conflictos a un estado de situación que está tras la sombra de nuestra cotidianeidad. Dicho estado de situación, al que hemos indicado como la entidad que iría en contra de un real bienestar social y equitativo, se lo suele conocer con el nombre de Neoliberalismo.
Pero, ¿está tan claro que es esto? ¿qué implica?, ¿qué significa? o ¿dónde lo veo yo en mi día a día?
El Neoliberalismo nació después de la 2º Guerra Mundial, en una región de Europa y de América del norte donde imperaba el sistema capitalismo, en que el Estado tenía un papel muy fuerte en el control de la economía y de la situación social. Opuesto a esto, el Neoliberalismo planteaba que cualquier mecanismo de limitación del mercado, llevado a cabo por parte del Estado, era una amenaza letal a libertad, tanto económica como política. Por lo que su propósito era combatir el solidarismo reinante por parte del Estado y preparar las bases de otro tipo de capitalismo, más duro y libre de toda reglamentación, para el futuro.
Pero las condiciones de surgimiento de esta corriente neoliberal no eran del todo favorables, ya que el capitalismo avanzado estaba entrando en una larga fase de auge sin precedentes (su edad de oro), presentando el crecimiento más grande de su historia. Esto fue en los años 1950 y 1960. Por esto mismo, no parecían creíbles las advertencias neoliberales a cerca de los peligros que representaba cualquier regulación del mercado por parte del Estado. Los defensores del neoliberalismo planteaban que el nuevo “igualitarismo” destruía la libertad de los ciudadanos, puesto que recalcaban la importancia de la competencia como la característica de la cual dependía la prosperidad de todos.
Pero a principios de la década del '70, y motivado por una gran crisis del modelo económico de posguerra, la situación coyuntural cambió. El mundo capitalista avanzado cayó en una larga y profunda recesión y, por primera vez los empleados empezaron a ganar muy poco al mismo tiempo que los precios subían sin cesar.
Ante esta crisis las ideas neoliberales fueron ganando terreno. Los pensadores neoliberales sostenían que dicha crisis se había generado por el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había socavado los salarios y con su presión parasitaria hacía que el Estado aumentase cada vez más los gastos sociales. Esto, según esta perspectiva neoliberal, atentaba y destruía los niveles necesarios de beneficio de las empresas, llevando a un proceso de suba de precios que no podían dejar de terminar en una crisis generalizada de las economías del mundo.
Frente a este panorama planteaban como remedio, la idea de tener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y débil en lo referido a los gastos sociales e intervenciones económicas que realizaba en favor de los más desposeídos. Afirmaban que era imprescindible mantener los precios y cuidar el gasto del Estado, logrando esto solamente con la contención del gasto en planes sociales y la restauración de una tasa natural de desempleo. También esbozaban reformas fiscales para incentivar a los empresarios. Lo que significa decir, reducciones de impuestos sobre las ganancias más altas. Todo esto implicaba que así, “una nueva y saludable desigualdad” volvería a dinamizar las economías avanzadas. Para comienzos de la los años '80 estas ideas se habían instaurado como hegemónicas, y sería el triunfo de la ideología neoliberal en las regiones del capitalismo avanzado.
La prioridad más inmediata del neoliberalismo fue detener la inflación y, a su vez, recuperar las ganancias de las empresas. Ambas cosas las consiguió con éxito.
Aunque la razón principal de esta transformación fue, sin duda, la derrota del  movimiento sindical y del cooperativismo, expresada en la caída del número de huelgas durante los años ’80  y en la contención de los salarios. Esta nueva postura sindical; se dio por el crecimiento de las tasas de desempleo, lo cual era concebido (por los neoliberales) como un mecanismo natural y necesario de cualquier economía de mercado eficiente. Así, el grado de desigualdad aumentó significativamente.
Basta con recordar el supermercado Supercoop, “El Hogar Obrero” de Av. San Martín y Nicasio Oroño que fue un lindo caso de comercio cooperativista, que gracias a las medidas económicas neoliberales no le quedó más remedio que cerrar sus puertas y dar paso libre a las grandes cadenas que manejan el mercado de despensa a su gusto y prioridades (arrasando también con los almacenes típicos de barrio).
Todas estas medidas tenían como fin de cuentas alcanzar la reanimación del capitalismo avanzado mundial, restaurando altas tasas de crecimiento estables, como existían antes de la crisis de los años '70. Sin embargo, en esto el cuadro se mostró decepcionante. Puesto que no hubo ningún crecimiento significativo. Este resultado paradojal  fue por el hecho de que no se reinvertía lo que los empresarios empezaron a ganar en abundancia.
La recuperación de las ganancias no condujo a la recuperación de la inversión, principalmente debido a la desregulación financiera (elemento importante en el programa neoliberal) que creó condiciones mucho más propicias para la inversión especulativa que la productiva. Así, en los '80 hubo una explosión de los mercados cambiarios internacionales, cuyas transacciones puramente monetarias terminaron por reducir de forma sustancial el comercio mundial de mercaderías reales.
En estas condiciones de crisis tan aguda, era lógico esperar una fuerte reacción contra el neoliberalismo en los años '90. Pero, por extraño que parezca, este continuó primando en el mundo y tuvo un nuevo impulso.
Este segundo impulso se dio por la victoria del neoliberalismo en otra región del mundo. En efecto, la caída del comunismo en Europa Oriental y en la Unión Soviética, del '89 al '90, se produjo en el exacto momento en que los límites del neoliberalismo de las potencias del llamado primer mundo se tornaban cada vez más evidentes.
Este tipo de extremismo neoliberal desencadenó en el desmantelamiento de los servicios públicos, las privatizaciones, el crecimiento del capital corrupto y la polarización social.
Siempre hay posibilidad de pensar alternativas superadoras y mejores. Por lo que una forma de pensar una instancia que supere esta situación de deterioro social generado por el neoliberalismo tendría que apuntar a resaltar el principio de la Igualdad; peor no entendida como uniformidad, como afirma el neoliberalismo, sino, por el contrario, la única auténtica diversidad. Pero sólo el Estado puede garantizar este igualitarismo. No hay ninguna posibilidad de que el mercado pueda proveer -como sostienen los neoliberales- ni siquiera el mínimo requisito de acceso universal a los bienes imprescindibles en cuestión.