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24 de Marzo 2015
EJERCER Y REFLEXIONAR EN TORNO A LA JUSTICIA
39-33-23
Escribe: Pedro Santis
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En estos días conmemoramos acontecimientos histórico-políticos que han marcado a fuego la sociedad argentina.
24 de marzo de 1976: 39 años se cumplen del comienzo de la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia.
2 de abril de 1982: 33 años han pasado del desembarco argentino en las Islas Malvinas ordenado por la Junta Militar que gobernaba de facto.
17 de marzo de 1992: 23 años han transcurrido del atentado a la sede de la embajada de Israel en Buenos Aires, inaugurando actos de terrorismo internacional en nuestro territorio.
Más allá de cuánto cada uno se sienta interpelado frente a estos eventos, algunos con mayor empatía y otros en la indiferencia absoluta, como sociedad democrática no debemos cesar en exigir justicia, ante todo, como también, mantener la memoria.
Ejercer y reflexionar en torno a la justicia, en estos casos, debe anclarse en el pasado para poder indagar sobre los quiénes, los por qué y los para qué. De esta forma se podrá encontrar no sólo los motivos y autores materiales, sino también los ideólogos y quienes ayudaron a que se perpetrasen estos atentados contra la humanidad.
Un golpe de estado, desatar una guerra sin sentido o la detonación de una bomba en un edificio no son actos de procedencia o voluntad divina. Sino que están motivados por intereses, la mayoría de las veces de tonalidad económica aunque lo disimulen (esto es claro si se analizan quienes se beneficiaron con cada uno de estos sucesos aberrantes). Intereses de los más espurios, ya que suelen enmascararse como imprescindibles cuando no lo son.
Y en aquellos casos donde podría ser legítima la causa, de ser sinceras la voluntad de solución, existen miles de alternativas de defenderlas y llevarlas a cabo sin recurrir a la violencia.
La justicia debe mirar el pasado, asentándose en el presente para, así, velar por el futuro.
Esto no significa que la justicia deba ir tras los hechos consumados, sino que además de impartir, justamente, justicia por acontecimientos ocurridos; debe anticiparse y abordar las injusticias cotidianas. Esas que están naturalizadas y representan una mordaza a la voluntad humana que aspira por vivir cada día de forma más digna y mejor.