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11 de Febrero 2016
LA "CUADRA" ERA EL MUNDO
Jugar en la vereda, diversión en carnaval y más recuerdos de una Villa Gral. Mitre no tan lejana
Escribe: Lydia Schiuma del Foro de Estudios de Villa Gral. Mitre y La Paternal. Prohibida su reproducción
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Salir a la puerta, sentarse en el umbral, era descubrir el mundo para los pequeños. Luego venía jugar en la vereda con los chicos de "al lado" o con alguno de "en frente".
La cuadra era el mundo, donde por la tarde las nenas jugaban a la "rayuela", el "patrón de la vereda" o las "estatuas" o al "pisa pisuela" o la la "mancha" y además a las "bolitas", la "pelota", el "balero", el "trompo", el "rango" y el "poliladrón".
Algunos señores, en las tardes tibias y en las calurosas sacaban una silla a la vereda para tomar fresco y acompañaban, a veces, con un mate.
"salir a la puerta" era una especie de recreo que tomaban, chicos, jóvenes, adultos y ancianos; un recreo que servía para conocerse, charlar y afianzar la relación de vecinos.
En épocas de clase la salida a la puerta se reducía, ya que además de la ocupación escolar, los días se hacían más cortos, luego en el verano, volvía a prolongarse.
Recuerdo que al llegar al carnaval, mamá con muchas otras mamás, cosían nuestros disfraces.
Elegíamos de qué disfrazarnos mirando las publicidades que sacaba "Billiken" o los diarios… Recuerdo que además de las grandes tiendas como Harrods, Gath y Chaves, casa Argentina Scherrer, publicaba "Casa la Mota" cuyo lema era "Casa la Mota donde se viste Carlota", todas esas tiendas estaban en la calle Florida o Suipacha, entre Bartolomé Mitre y Corrientes.
Una mañana de carnaval mi hermana me dijo: después de almorzar tenemos que prepararnos la malla y preparar el balde con "bombitas de agua" en la vereda, evidentemente mamá ya había dado su permiso. Así lo hicimos y salimos a la vereda.
El juego era "chicas" contra "varones" tirando bombitas, que en eso consistía para nosotros "jugar al agua" hasta que después de un rato a una cuadra apareció un agente de la policía, al que en el barrio llamábamos "vigilante" respetuosamente.
Mientras que el agente se acercaba muy lentamente, caminaba hacia donde yo me encontraba, yo sin entender nada, era la más chica, ví como mi hermana, todas las chicas y chicos desaparecieron, el vigilante seguía acercándose lentamente y a mí me parecía que su figura se hacía cada vez más alta, de pronto ví que en cada vereda de mi casa alguien había dejado una escoba, la tomé y empecé a "lavar la vereda", echando agua del balde que todavía conservaba "bombitas de agua". El agente de policía, ya había llegado y me dijo muy serio ¡Ah nena! ¿Estás baldeando la vereda? A lo que desde luego le respondí ¡Sí!, {el me dijo: Muy bien y siguió su marcha lentamente. El susto impidió que recuerde como aparecieron los demás, ni si terminé o no de lavar la vereda antes de entrar en mi casa. El juego había terminado.
Después de las 5 de la tarde, nos bañábamos y nos poníamos disfraces, mamá nos pintaba los labios, nos ponía colorete en las mejillas, que así se llamaba lo que hoy decimos rubor, también nos pintaban un lunar en la mejilla. A los varones después de vestir con sus disfraces, con corcho quemado les pintaban los bigotes y barba.
Salíamos a la vereda y ahora el juego consistía en tirar a las "mascaritas" que pesaban "papel picado" o "agua perfumada" con un "lanza perfume" con un chorro muy suave, lo que era retribuido.
Al anochecer había varias posibilidades, desde salir nuevamente a la vereda a intercambiar "papel picado" o "agua perfumada" bajo la vigilancia de los padres sentados en sillas.
Ir al corso, en el que caminábamos también intercambiando "papel picado", "agua perfumada" ahora con "pitos y matracas" y luego pararse a ver desfilar a las distintas murgas, era imposible conseguir lugar en el palco.
En el corso nunca faltaba alguien que quisiera meterte papel picado en la boca y agua perfumada en los ojos, era realmente una agresión tan molesta que algunos chicos se ponían en vez de antifaz o careta, una antiparras.
En los cines-teatro de barrio en vez de proyectar películas había desfiles de murgas, algunas realizaban acrobacias.
En los clubes de barrio se realizaban "ocho bailes ocho" donde compartían la diversión abuelos, adolescentes, padres y niños.
Pero, corsos, cines y clubes implicaban gastos que no se podían realizar todos los días de carnaval. Siempre era posible divertirse e ir conociendo el mundo y a los vecinos en la vereda de la cuadra.
Esta costumbre se fue perdiendo debido a que gente se fue quedando adentro a ver televisión, con el aire acondicionado, o con las computadoras chateando por Internet, pero se perdió definitivamente por la inseguridad.