Visitas:
9 de enero 2016
LOS HABITOS DE LOS PORTEÑOS
Vacaciones en la ciudad en el 1900...
Escribe: Ivanna Marisa Rodríguez
Copyright © 2013 nuestrobarrioweb.com.ar - Medio Digital Comuna 11 y 15 – Todos los Derechos Reservados
Muchos tienen la posibilidad de realizar algún viaje de vacaciones hacia algún destino, mientras que para otros quizás fue continuar en la ciudad disfrutando de sus actividades.
Si nos remontáramos hacia 1900 y pensamos cuando el calor azotaba la ciudad, cuáles eran los hábitos de los porteños. Sin duda, como es hoy, el verano cambiaba los hábitos. El veraneo en las quintas, propio de las clases más pudientes, dejó paso a las delicias del verano junto al mar. En cambio, para el pueblo trabajador el cambio llegó con la inauguración del Balneario Municipal en la Costanera. El nuevo balneario poseía tres pabellones para los bañistas, un espigón con una importante escalinata que llegaba hasta el río y una terraza con farolas y estatuas.
Este paseo se convirtió en el preferido por los porteños, sin distinción de clases. Tenía horarios para el baño y el traje de baño de los visitantes debía estar en buen estado. El calor se paliaba y las relaciones sociales aumentaban junto al río, que entonces, les permitía un baño sin contaminación.
Las vacaciones anuales eran un privilegio del que no todos disfrutaban. La clase alta pasaba sus vacaciones fuera de la ciudad: las sierras, el mar o algún punto de Europa.
Los fines de semana, con la aparición del automóvil, variaron su rutina para la clase alta y media: había comenzado el mini turismo, una actividad accesible y atractiva. Se realizaban breves visitas a sitios de la provincia de Buenos Aires, como Luján o Chascomús, con río o laguna que permitían pescar o acampar. Las aguas de los ríos Luján y Sarmiento en el Tigre eran los predilectos para practicar remo, y no necesitaban estar de vacaciones para aprovechar las horas al aire libre.
Los que debían pasar el verano en la ciudad solían bañarse en el río. Quilmes y Vicente López eran de las otras opciones.
Los miles de bañistas llegaban a la costa, caminando o por diez centavos en tranvía. El espigón dividía el lugar para el baño de las mujeres y de los hombres.
Para los que tenían la posibilidad de viajar, estos viajes llevaban tiempo de preparación, selección de ropa adecuada, organización de la casa que dejaban por un tiempo y decisión sobre el medio de transporte. El tren solucionó parte importante de esos viajes a Mar del Plata o a las provincias; viajar en tren era un placer adicional, los coches eran confortables, los trenes contaban con cómodos coches comedor, al mejor estilo europeo. El viaje era una fiesta, hasta había un mozo "bombonero", que recorría los coches vendiendo golosinas, helados y bebidas frías en verano o café en invierno.
Indudablemente nuestro presente se asemeja a aquellos años donde, para algunos está el goze y placer de disfrutar un viaje, mientras que para otros sólo se complacen con actividades propuestas por la ciudad; en ambos casos el tiempo de vacaciones llega para todos.