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4 de enero 2016
A DISFRUTAR DEL TIEMPO EN VACACIONES
Algunas recomendaciones para una lectura veraniega
Escribe: Sol Correa
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Lisa y llanamente, ¿qué lugar ocupa la lectura en un día cualquiera de cualquier vida? Hablo por mí, sin metáforas, lugar físico propiamente dicho: un viaje en colectivo que estimo (entre tráfico y chofer ofuscado) un poco más de una hora; unos minutos antes de dormir, para asegurarme que el insomnio no me gane de mano; una espera de un turno de Odontología así pienso en otra cosa que no sea el ruido del torno (ay, ese ruido); o en un caso extremo, cuando no anda Internet, se cortó el cable y no encuentro las cartas para jugar un solitario.
Claramente la lectura viene a llenar un hueco, a calmar una psicopatología, leve claro (como ser, la ansiedad), a ser la antagonista o actriz de reparto; pero nunca es ella por sí misma la decisión en nuestro tiempo personal, nunca es filosofía (en su etimología), ni autónoma.
Podrán tildarme de romántica e ingenua, pero ya que el calor arrecia y el ocio se avecina, lo que nos metamorfosea de seres "psicoticamente activos" a "pasivos sin rumbo", matemos dos pájaros de un tiro y hagamos que la lectura levante su autoestima.
Nada de Amar, rezar y comer o Murakami; vayamos por más: tiempo (no pasatiempo) más literatura.
Y como en esta nota ya me aventuré a emplear el subjuntivo, en mi expresión de deseo (con matiz exhortativo, claro está), por qué no sugerir alguna bibliografía obligatoria de mi mochila, para los que naufragan en este mar devorador de libros.
Hay para todos los gustos:
Si se considera politeísta, reza una oda a la catábasis de Zeus o Juno todas las noches, o camina por la calle Corrientes creyendo que atraviesa el foro romano en busca de César para dialogar acerca de la existencia de la nada, cuente con Dialógos con Leucó de Cesare Pavese (Tusquets, 2001) .

Si alguna vez creyó que los artistas jóvenes argentinos tienen mucho potencial pero no pueden financiar su arte, más allá que con un subsidio; puede apoyar a Romina Paula, con Agosto (Entropía, 2009).

Si quiere tener tema de conversación con un profesor de Literatura, y dicho sea de paso, ampliar su propia cosmovisión, el infaltable Cortázar y su Bestiario (abundan ediciones).

Si le aburre el teatro, intente primero leyéndolo: Cine quirúrgico, Los mansos y otras de Alejandro Tantanian (Losada, 2007). Quizás le aburra incluso más, pero al menos lo intentó.

Si se cansó de este absurdo canon y aún quiere optar por más exotismo, la novela romana, Metamorfosis de Apuleyo (Del Nuevo extremo, 2008), no escapará a sus objetivos.

Ahora, si creyó que realmente la lectura se merece tener propiedad temporal en su vida (al menos en estas vacaciones), lo que significa que lo convencí, intérnese con Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal (Seix Barral, 2003, entre otras).

No molesto más. Al fin y al cabo, "cada maestro con su manual".