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30 de enero 2012
REPORTAJE A LUIS MACHÍN
“Soy muy crítico de lo que hago y lo que veo”
Escribe: Nadia Brenda Salva
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Luis Machín es uno de los actores más respetados en el medio artístico argentino, y su gran trayectoria incluye multitud de trabajos en teatro, cine y televisión. Sus personajes, siempre complejos y dotados de una gran riqueza de variantes emocionales, son recibidos con beneplácito por parte del público y le han merecido el reconocimiento de la crítica, así como también un número considerable de premios a lo largo de su carrera. A Luis Machín el reconocimiento oficial le llegó muy tarde, bajo la forma de un Martín Fierro por su labor en la telenovela “Padre Coraje” (2004). Pero tampoco podemos olvidar su papel de Rocamora en “Montecristo” (2007). Luis participó en “Son Amores”, “Los simuladores”, “Criminales”, “Botines” y “Cuentos de Fontanarrosa”.

Sabiendo que tus inicios se remontan al teatro, ¿Qué destacas de la TV y el cine, que no te proporciona el teatro?
A mi me resulta atractivo actuar, y es algo que es independiente del cine, el teatro y la televisión. Es una pregunta que se me hace bastante, sobre todo a todos los actores. En mi caso, yo tengo mi mayor formación, que lo he hecho desde que comencé, y es el teatro. Hice mucha TV y cine también, pero mis comienzos son el teatro. Lo común que estos tres medios tienen, en mi caso es la actuación. Eso es lo que manda, el deseo de actuar. Uno va haciendo el armado de cómo se conforma un personaje en los distintos ámbitos. En el caso de la televisión, a mi me resulta medio atractivo todo lo que tiene que ver con las resoluciones bastantes inmediatas de las escenas, porque si bien hay un trazo que define al personaje en el trascurso de la historia, la mayoría de las veces en la televisión, más en una tira diaria, el día a día es lo que va marcando el delineamiento del personaje. Entonces, uno como actor también le dicta muchas veces a los autores, su forma de construcción del personaje. Muchas veces los autores empiezan pensando una forma o un devenir de ese personaje en el trascurso de la historia, y van viendo que el actor o le da más o le da menos de lo que pensaban. Entonces muchas veces, al dar menos, los personajes se van relegando, a historias menores. Eso es lo atractivo y lo difícil que puede tener también la televisión. Y en el caso de la tira diaria eso se nota más que en una miniserie, de todas maneras acá, las miniseries tampoco están cerradas desde el comienzo y los personajes muchas veces crecen o decrecen conforme la cantidad de público que los vea. Eso, desde que existe la palabra rating, ha demolido cualquier idea poderosa de construcción de una miniserie o de una tira diaria.

¿Vos descreés del rating?
Yo descreo. Mmm... A la mayoría de los actores no nos importa tanto el número, eso es algo que le importa a la empresa, porque tienen mirada empresarial, entonces les conviene para ver a cuento poner el valor del segundo televisivo. Mientras más se mire…
No soy un actor que está detrás del número, no tengo la tendencia ni la necesidad de resultar agradable masivamente como no estoy detrás de eso, me importa mucho menos.
Yo no voy a modificar llevar adelante un personaje pensando que “pegue”. Esa palabrita es muy común en el ambiente de la TV. Que el personaje “pegue” o guste. Para que “pegue” me tiene que gustar a mi. Eso sí me resulta atractivo, pero no la masividad por la masividad misma, por el rating o por el segundo televisivo.

Son variadísimos los papeles que te han tocado afrontar, ¿Cuesta desprenderse de ellos? Y en base a esto, ¿Recordás algún personaje en el cual te hayas reconocido?
Yo creo que no. Tengo la sensación de que no. Uno siempre que construye, es uno. Así que partiendo de esa base, hay muchos rasgos del personaje. Por que tiene la cara de uno, por más que usemos barba, tengan el pelo largo. Siempre es uno. Ese es el común denominador. Rasgos personales siempre tienen. Después los rasgos psicológicos están en las construcciones, y para eso uno está entrenado para entrar y para salir, y quizás uno es el indicado para decir cuánto de la piel del personaje posee.

Entonces digamos que el psico-análisis ocupa parte importante de tu vida en estos años.
Si, claro que sí. Es un lugar que me escucho, me veo, tienen mucho que ver con escucharme y con verme, sobre todo. Pero ahí es un pasaje. El psicoanálisis penetra de una manera muy fuerte en mi vida por fuera de lo que es mi actividad. Es un lugar que necesito, desde hace muchos años, desde el año '95 que hago análisis. Es un lugar al que voy con ganas, con deseo, con entusiasmo, con ganas de hablar.

¿Qué te impulsó a salir de Rosario y trasladarte a Buenos Aires?
El deseo de desarrollar mi actividad como actor, y no tener que caer en la docencia. Que es algo paralelo que no me preparé. Para lo que siento que no estoy preparado, pero si es un lugar al que se acude bastante para poder subsistir. Pero como no era mi deseo y no tenía ganas no me desarrollé para ese lado. Y estando en Rosario, hay muchas limitaciones a la hora de hacer televisión y de la posibilidad del cine. Si uno quiere desarrollar su actividad como actor, “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”.
Soy muy crítico de lo que hago y lo que veo. No soy un improvisado, pero no me da la sensación de que todo esto podría volcarlo en otra gente. Si voy a hablar a escuelas, doy charlas, pero la docencia aún no la veo en mí. No siento que sería responsable de mi parte. A mi me viene muy bien la mirada crítica desde mi trabajo, porque siento que aporto a la construcción. Por ahora prefiero seguir en este lugar.

En tu familia, reconocés que son actores por naturaleza, ¿Cómo recordás esa época en la que decidiste seguir el camino de la actuación?
Con bastante naturalidad. A mi madre siempre le gustó la actuación y le gustaba leer, el teatro. Siempre sentí mucho apoyo de ella. De mi padre no, porque murió cuando yo empecé a actuar. Falleció cuando yo tenía casi 17 años, apenas había empezado teatro.
Tengo recuerdos de escenas familiares muy teatrales, de personajes muy reconocibles en mi familia. En las familias de clase media, trabajadoras, hay siempre personajes atractivos. Sobre todo en una ciudad que no es Buenos Aires, que es Rosario de los años '70.

¡Entonces esto desmiente que tu familia no tenía genes actorales!
Sí, lo desmiente. Pero por ejemplo mi papá, si bien no actuaba, era cincelador en bronce y era como una especie de animador familiar, que eso luego se descomponía fácilmente y se convertía en un personaje muy melancólico, muy cariñoso, muy sentimental. Lamento no haberlo conocido más y que lo haya perdido cuando era adolescente. Pero tengo esa imagen de él y de mi tía. Mi familia era de disfrazarse, hacer largas charlas, y muchas escenas divertidas.

Hincha de algún equipo de futbol: Newell’s Old Boys de Rosario.

¿Tenés manías?: Sí, cuando cierro una puerta le doy dos vueltas. Con el auto también. Cierro dos veces.  Pero esto ya es una manía familiar, antes de dormir todos corroboraban si estaba todo cerrado. La llave de gas, las puertas cerradas.

¿Un cable a tierra?: Mi propia actividad genera eso. Que descargue. Cuando tengo poca actividad como actor, socializo más.